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Rafael Simón Jiménez:  ¡Prohibido equivocarse!

 

La situación de Venezuela es realmente trágica y desesperante. Veinte años de hegemonía Chavista han representado el periodo histórico  de mayor destrucción y sufrimiento para los habitantes de esta tierra. Su  absurda prolongación por más de dos décadas en el ejercicio del poder se ha traducido en un saldo doloroso de muertos, empobrecidos, expatriados y hambreados que hoy marcan un punto de saturación y que muestran una decisión y una voluntad  mayoritaria de impulsar un cambio democrático, que abra las puertas a la reconciliación y reconstrucción del país en todos sus órdenes.

La dinámica política  de estos veinte años, ha estado signada por dos elementos fundamentales. La pretensión de sumisión, control, avasallamiento e intimidación de quienes ejercen el gobierno, y no han escatimado medios para perpetuarse en el mando. Y una oposición que ha marcado un larguísimo camino de errores, desatinos, equivocaciones y dislates, junto a momentos de éxitos, que lamentablemente se han desperdiciado por la falta de unidad en su liderazgo y fuerzas sociales y políticas y por supuesto por la carencia de una visión estratégica asertiva y clara que permita canalizar el inmenso desafecto hacia el régimen y transformarlo en Alternativa democrática viable.

Como una especie de maldición de Sísifo las grandes victorias obtenidas en el proceso de acumulación de fuerzas y la perseverancia democrática, cuyo momento estelar se materializo en la amplia y contundente victoria parlamentaria de diciembre del 2.015, se diluyeron en impaciencias, contradicciones, inmediatismo, rivalidades y proyectos políticos y personales contrapuestos, que le permitieron a un gobierno que parecía extenuado y de salida, prolongar su desastrosa agonía.

La política de “calle…Calle “totalmente desconectada de los factores reales de poder, el zigzag  de un día convocar a la confrontación y luego solicitar la concurrencia electoral, terminaron agotando y esterilizando las grandes movilizaciones de masas, frente a las cuales el gobierno actuó con brutalidad y prescindencia de todo condicionamiento moral, tiñendo de sangre y represión las calles de Venezuela. La desesperanza, la frustración y la pasividad se fueron apoderando de la inmensa masa opositora que además expreso a veces hasta exageradamente su cuestionamiento y repulsa a quienes aparecían como cabezas visibles en la conducción de aquellas acciones que por no obedecer a ninguna estrategia o planificación adecuada estaban destinadas al fracaso.

Enero del 2.019, ha marcado un claro proceso de reanimación, reactivación e incorporación de la gente a la lucha por lograr en el corto plazo una transición política que ponga fin a la calamidad en la que vivimos. El agravamiento hasta niveles insoportables de la situación económica y social de Venezuela y la aparición de un liderazgo y una estrategia que pareciera esta vez estar destinada a fructificar han ido sacando a la gente de su letargo y resignación y le han dado de nuevo razones para el activismo, la movilización y la beligerancia democrática.

El epicentro en la construcción de esa esperanza lo ha representado la Asamblea Nacional institución revestida de la mayor legitimidad y respaldo popular, cuya nueva junta directiva al frente de la cual está el diputado Juan Guaido, se ha planteado la reconstrucción institucional del país desconociendo por usurpador a Nicolás Maduro, y proponiendo un sencillo programa de acción que hoy resume las aspiraciones  de los ciudadanos: 1. Cese de la usurpación 2. Gobierno Provisional 3. Elecciones libres y limpias. Estos tres planteamientos se constituyen en la vía para devolver al país a la senda de la democracia y además en puntos esenciales para una negociación y un acuerdo político que preserve en lo posible el carácter cívico, pacífico y democrático que nos salvaría de mayores desgarramientos y confrontaciones.

Desafiando las amenazas, las descalificaciones e incluso las agresiones directas del Régimen, El diputado Juan Guaido,  junto a sus colegas parlamentarios se han apegado estrictamente a la normativa constitucional, evitando caer en las precipitaciones, los errores y los radicalismos que en el pasado condujeron a la derrota y a la frustración. Su lenguaje responsable y a la par firme ha ganado a centenares de miles de venezolanos a la lucha y el activismo consciente de que solo actuando con pulso firme y con pies de plomo es posible cosechar una gran victoria que permita la reivindicación del pueblo venezolano.

Todo parece indicar que nos acercamos a  un momento decisivo en la lucha democrática de Venezuela, que el respaldo y la movilización popular obligaran al régimen a buscar una salida a la grave crisis que acogota a los ciudadanos, despejando los caminos de la transición. La materialización de ese tan anhelado objetivo será posible si el liderazgo en el que se ha delegado la conducción de esta etapa crucial del destino venezolano se muestra capaz de estar a la altura de las exigencias del momento y la responsabilidad histórica. Tienen el respaldo de la gente con una sola advertencia Prohibido equivocarse.

 

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