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Earle Herrera: El Carmonazo de Pence

 

El título lo tomo del discurso del presidente Maduro. Cuando el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, apareció en televisión convocando la marcha antichavista del 23 de Enero, estaba diciéndole al mundo que la oposición venezolana no cuenta.

Fue una bofetada a los partidos que retozan en la AN. Los focos de violencia de la víspera, las selectivas quemas de estatuas y hasta la revelación de la cándida Eva Gollinger de que Chávez se volvía un cachondo e incontrolable fauno cuando la veía, formó parte de un trillado guion para garantizar el éxito de su convocatoria.

Cuantitativamente, fracasó. Pero el objetivo no era reeditar la masiva marcha del 11 de abril de 2002, sino de montar el tinglado para imponer un “presidente interino” en Venezuela. En ese escenario, lo que sí se reeditó fue la autojuramentación que protagonizó Carmona Estanga hace 17 años.

Sin embargo, en descargo de Pedro El Breve, él se proclamó y juró en Miraflores, mientras el “muchacho de Pence” lo hizo lejos del palacio presidencial. Y los que así lo hacen –la historia es terca- , tienen el rocambolesco destino de Plaza Altamira.

El interino venía recibiendo más críticas de la oposición que de los socialistas. Por eso Pence desciende a la arena de un país por ellos considerado bananero, para poner orden en la juma opositora.

Pero no es posible. A las rivalidades irreconciliables de Capriles, López, Borges, Ramos, Ledezma y Machado, le nace ahora la del interino. El “encargado” es un problema para las ambiciones de los “históricos” y “ungidos”. En mala hora parió la abuela. O Pence, con Trump de partero.

En este deja vu de la apoteosis de Pedro Carmona, los aplausos, las risas y la histeria son los mismos, pero la mueca es otra. No hay salón Ayacucho, no hay fuga a la carrera, pero el mismo pueblo rodea Miraflores. Está allí.

Tal vez el vicepresidente de EEUU se creyó el cuento del colombiano Iván Duque, según el cual la independencia de Latinoamérica se le debe al Capitán América. Que él se lo crea, no importa. Que el interino impuesto así lo asuma, es grave. Por segunda vez la oposición tropieza con la misma piedra del Carmonazo. El intuitivo general Gómez solía decir en estos casos: “La culpa no es de la estaca”. Ni de la piedra.

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