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Pedro R. García: ¿La Filosofía arrimaría el hombro a las finanzas?

 

¿Puede la Filosofía arrimar el hombro para entender las complejidades de las finanzas?…

Hay quienes se preguntan una y otra vez, con indudable acento de conmiseración ¿Para qué sirve la filosofía?, lo que resulta tan entupido como querer establecer en términos prácticos, si son necesarios o prescindidles. El trino de un de un turpial o los arreboles de un crepúsculo, el turpial no elige trinar, ni dedica su vida a perfeccionar su canto. Y detrás de las suaves tonalidades que adopta el cielo cuando el sol se oculta en el horizonte, no hay ni voluntad ni destreza artesanal en acción. Millones de personas han excluido la filosofía de sus vidas y no son por eso ni más felices ni más desdichados, que aquellos que la frecuentan.¿Qué da la filosofía a quienes la escrutan?: Mayor intensidad vital, emociones mas profundas, una aprehensión más sensible del entorno y acaso sobre todo, una conciencia  más justa de las miserias del mundo real que siempre resulta mas pobre, confuso y mezquino, comparado con los hermosos, magníficos, coherentes, y sutiles universos que crea la ficción filosófica. Sospecho que de esta manera tal vez contribuya no hacernos mas felices, pero si menos dóciles y mas libres a los seres humanos.

Ubicando algunas pistas…

Desconcierto debe generar en ellos al enterarse que muchas escuelas de negocios recomiendan a los emprendedores invertir en el conocimiento más antiguo y plantean inscribirse en un posgrado en filosofía.“Y les sueltan todas estas consideraciones: ¿Eres joven, optimista, y aspiras a dejar tu impronta en el mundo de la tecnología y los negocios? ¿Quieres ser emulo de Steve Jobs? Lo que te hace falta, es dar un salto cuántico que te aleje del lote de contendientes que están igual que tu en semejante búsqueda. En el mundo de los negocios y la tecnología, nadie yega a la cima mediante ascensos lentos en la pirámide organizacional. Los avances suelen ser rápidos y vertiginosos, y para dar ese salto ya no basta con saber programar y llevar adelante el números de los empleados de una empresa; de igual forma es preciso intuir la naturaleza humana y ser capaz plantearse las mismas preguntas que vienen desvelando al hombre desde que pudo hacerse un espacio para reflexionar sin tener que preocuparse por la desnuda manutención. Ya lo dijo Descartes, si no piensas no existes: lo que tienes que hacer es inscribirte en un posgrado de filosofía”. Quédate tranquilo. Si de solo oír la palabra filosofía te dan ganas de bostezar, no tienes por qué avergonzarte. Los filósofos suelen reírse de sí mismos citando la definición del novelista Arthur Koestler, para quien la filosofía no era más que “el abuso sistemático de una terminología inventada para dicho propósito”. Ahora si crees que la filosofía es patrimonio exclusivo de los poetas y diletantes, y tienes al capitalismo como religión, quizás te convenga recordar que Adam Smith, el Mesías del capitalismo, no era economista sino filósofo moral, igual que Marx, León Panetta en el pasado reciente fue Secretario de Defensa y Director de la CIA, que George Soros, otro notorio capitalista surgido del mismo filón. Como dijo Max Palevsky, uno de los primeros filósofos que se hizo acaudalado en el mundo de la tecnología: “Muchos de los que empezamos a trabajar con computadores éramos egresados de la carrera de Filosofía. Pueden imaginarse nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta de que podíamos vivir cómodamente” ¿Por qué un emprendedor debería estudiar filosofía?, porque permite  el abordaje de los problemas desde otra perspectiva: Las consignas no concluyentes que suelen recibir los estudiantes de filosofía les permiten escudriñar y desplegar un aspecto singular del trabajo del filósofo que están estudiando, dedicar su pensamiento a interesantes cuestiones contemporáneas o construir conexiones entre obras filosóficas con ideas muy distintas. Yevadas al mundo de los negocios, esta habilidad permitirá a un trabajador identificar y entender las oportunidades únicas que presentan los mercados. Permite identificar temas y patrones: La propia filosofía se organiza en temas y en “grandes ideas” que abordan los distintos pensadores. A los estudiantes de filosofía por lo general se les pide que examinen de porqué los conceptos y los textos se articulan y disienten entre sí. De la misma manera, un negociante necesita interpretar datos y ser capaz de distinguir tendencias y pautas a través de distintos lentes, que van desde el usuario final hasta el potencial inversor. Además permite organizar las personas y a las ideas en sistemas: “Las crisis crediticias, climáticas y de consumo no pueden resolverse únicamente mediante saberes especializados”, escribió Dov Seidman en un artículo de Bloomsberg Businessweek. Esos problemas, al igual la mayoría de los que deben desafiar los negocios en el mercado global, presentan bordes complejos que dependen unas de otras y que exigen una comprensión de las formas en que los distintos intereses políticos, financieros, ambientales, éticos y sociales se afectan entre sí. Un abordaje filosófico conecta los puntos para formar una línea clara entre los distintos intereses, y contribuye a crear correlaciones. Consiente elaborar argumentos consistentes tanto a lo hora de diseñar un plan de negocios como de hacer una presentación ante inversores actuales o futuros, un industrial debe ser capaz de explicar sus decisiones. A ningún estudiante de filosofía (convengamos que no siempre es el caso en las aulas de filosofía) jamás se le ocurriría afirmar algo que no esté en condiciones de justificar. Algunos lo yaman epistemología, otros, simplemente, sentido común o tener dos dedos de frente, pero lo cierto es que ser capaz de distinguir entre conocimiento y supuestos y poder respaldarlos a unos y otros con datos y argumentaciones lógicas es fundamental tanto en los géneros de filosofía como en el mundo de los negocios. Para estudiar filosofía, hay que leer y comprender el sentido de textos que, por lo general, son bastante rocosos y pesados, y después hay que poder escribir sobre ellos con claridad. No olvidemos que, a veces, los emprendedores tienen que explicar los aspectos tecnológicos más complicados de sus negocios a inversionistas que no saben conectar una computadora. La mayoría de los estudiantes de filosofía sostienen que saber leer y escribir de modo claro es la enseña más de la destreza adquirida en sus años de estudio. Del materialismo dialéctico al materialismo consumista: ¿cuánto tasa un posgrado en filosofía en el mundo de los negocios? Thomas Hurka, profesor de Filosofía en la Universidad de Calgary, sostiene que “una vez contratados, los egresados de filosofía anticipan más rápido que sus colegas que solo tienen títulos en administración de empresas”. Un estudio realizado por Payscale muestra que, si bien en los estamentos iniciales los filósofos suelen cobrar menos que quienes estudiaron algo relacionado con los negocios, al promediar la carrera dentro de las empresas, quienes agotaron libros de filosofía antigua terminan cobrando más que sus colegas que egresaron de las carreras de marketing, comunicación, contabilidad y administración de empresas. Hoy en día, los propios consultores de empresas buscan disuadir a quienes pretenden anotarse en un posgrado de negocios. Matthew Stewart, que en el pasado trabajó como asesor del Mitchell Madison Group, tiene un consejo para todos los aspirantes a millonarios: “Si quieren triunfar en el mundo de los negocios”, recomienda, “no se anoten en un MBA (Master en Administración de Empresas). Vayan y estudien filosofía.” Para él, los masters de administración implican malgastar dos años de vida y endeudarse hasta el cuello, únicamente para aprender cómo pronunciar frases vacías como “out-of-the-box-thinking” o “win-win-situation” (quienes dictan los posgrados son tan desaprensivos  que ni siquiera se toman la molestia de traducirlas al castellano) con cara de piedra, como quien oye yover. Has pensado la posibilidad de darte una pasada por alguna escuela de filosofía, ¿no? Probablemente te preocupe entonces cómo vas a hacer para rebatir las interrogantes de tus amigos y familiares, que probablemente te acusen de haberte pasado al lado oscuro del marxismo o, peor aún, de haber perdido el juicio. Hasta que hayas adquirido el tonelaje de manejar y manipular argucias propias y ajenas, te cedemos el argumento que dio Per Holten-Andersen, presidente de la Copenhagen Business School, en la reunión anual de la Academy of Management que se hizo en Boston. Allí, frente a una sala yena de emprendedores y gerentes de empresas, explicó que la necesidad de confrontar la mentalidad convencional de los negocios no responde a un sesgo anticapitalista, según el cual el capitalismo sería un ente perverso ignominioso de confianza, sino a una evaluación del impacto socioeconómico que pueden tener en el largo plazo las decisiones que se toman pensando únicamente en el día a día. “No soy anticapitalista”, dijo, “de hecho creo fervientemente en los méritos del capitalismo. Pero la verdad es que estoy mucho más en favor de la democracia que del crudo capitalismo salvaje que hoy en día está afectando a Europa y parte de los Estados Unidos”. “Ni en  Harvard ni en la China, las carreras de filosofía tuvieron jamás por objetivo formar comerciantes, ni tampoco existió época alguna en la que los estudiantes de filosofía se extremaran a rendir las materias para poder dedicarse plenamente a desarrollar sus negocios, y está bien que haya sido y siga siendo así. No tiene sentido ponerse a leer a Kant tratando de identificar un párrafo que contenga claves para impulsar un negocio; pero ahora que muchas universidades están pensando en amputar los fondos de las carreras humanísticas, es fundamental que consideremos el valor de estas disciplinas y las sorprendentes aplicaciones que pueden yegar a tener a la hora de hacer dinero. Además, existe otra razón de peso para abrevar en las fuentes de la filosofía. Todos conocemos el adagio “billetera mata galán”, pero, quienes nos movemos en la franja por debajo del primer millón de dólares, también sabemos que, a la hora de una pesca de calado mayor, un poco de tormento existencialista regado con un par de citas filosóficas y un pasable vino, sigue aderezando más que una charla sobre finanzas y novísimas aplicaciones tecnológicas”. Concluyo citando a: Emilio Lledó (Sevilla, 1927) quien es miembro de la Real Academia, premio princesa de Asturias de Humanidades y una referencia del pensamiento filosófico en España. Pero a este hombre sabio siempre le ha gustado definirse como un profesor de Filosofía y ha dedicado toda su vida a la enseñanza. “Lo que está ocurriendo está dentro de esa misma tendencia pragmatoide, de obsesión con lo inmediato”, explica. “Eso significa la muerte de la riqueza más grande una civilización, que es la cultura, porque ahí residen su libertad. La filosofía ocupa una función esencial, porque nos obliga a pensar sobre la lengua, sobre el bien, sobre la justicia, sobre lo que somos, sobre la verdad. Desde los griegos, los filósofos siempre han sido la conciencia crítica de una época”.

“Solo los espíritus agrietados poseen aberturas al más allá”

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