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Earle Herrera: El interino o Pamela

 

A sus 51 años, Pamela Anderson es espiritual y políticamente más joven que el autoproclamado. Cuando el emisario de este ante el imperio, Mr Vecchio, rogaba una cita al Comando Sur, responsable de todas las invasiones yanquis en América Latina y el Caribe, Pamela enviaba al mundo este mensaje por su cuenta de Twitter: “Ventana de la embajada venezolana. Trump desbloquea a Venezuela”.

La derecha ultramontana naufraga en tierra seca después de su fracaso en el distribuidor Altamira. La aparición en escena de la escultural protagonista de Baywacht parece algo más que una metáfora. Pero no basta un salvavidas para rescatar a una facción empeñada en ahogarse en el remolino del Pentágono. La carta de Vecchio pidiendo para su país un ejército de ocupación sobrepasa a los socorristas de Baywatch.

Desde que se convirtió en activista social, ecologista, protectora de los animales y la naturaleza, la derecha responde sacando las veces que Pamela posó para Penthouse o PlayBoy (sus propias criaturas editoriales). Aunque lo hace con otra intención, se agradece la reedición de un cuerpo tallado por Dios, quizás en los momentos más sublimes de su ocio. ¡Ay, si hurgaran en la vida privada de su rollizo presidente! Pamela es arte. Donald Trump, pornografía, incluso en política.

La legendaria actriz suma a su trino de solidaridad con Venezuela, un video de Roger Waters, ex vocalista de la banda Pink Floyd. Repito, es el arte en comunión con los pueblos –en este caso, el estadounidense- haciendo fuerza por la República Bolivariana de Venezuela, su embajada asaltada en Washington y contra una invasión criminal invocada, para náusea del mundo, por gente que porta cédula venezolana.

La solidaridad de Pamela Anderson por las causas justas se extiende más allá del Caribe. Viajó a Londres a visitar a otro luchador, Julian Assange, entregado por el indigerible presidente de Ecuador a sus verdugos. La actriz llamó al nuevo carcelero, el Reino Unido, “ramera de Washington”.

Por esos días, el autoproclamado “instruía” a su emisario para que rogara al Comando Sur la invasión de Venezuela. Hasta países aliados del imperio le advirtieron: “En esa aberración, no te acompañamos”. Y Pamela que creía imposible de superar al reino que ella llamó “perra de Estados Unidos”.

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