Minuciosos como pretendemos ser del acontecer del país lo que nos obliga a analizar cada circunstancia y todas las opciones posibles (no al estilo Trump) nos impactó mucho la declaración de Juan Guaidó en Sabaneta de Barinas donde dice que antes de fin de año Maduro debe marcharse. Más allá de nuestra expectativa en lo personal, la cual carece de validez absoluta, pensamos en el país. ¿Puede soportar Venezuela mantenerse dentro de esta conflictividad hasta diciembre? Pareciera una visión ajena a lo que acontece. Se nos ocurre que ese “Plan B” no satisface a nadie. Ni a oficialistas ni a opositores, porque todos padecen del mismo sufrimiento. Es preciso que más que un Plan B exista una Tercera Vía que hasta ahora no ha visualizado ninguno de los factores de mediación pero que especialistas en negociaciones, que los hay, no aquí, pero los hay, puedan ilustrarnos para definirla. Particularmente quisimos elevar esta propuesta a Guaidó a través de un diputado pero se nos dijo que eso alargaba mucho la salida de Maduro. La misma idea la conversamos con un alto prelado rojo quien asegura que Maduro y Diosdado tal vez rechazarían la oferta. Pero tal vez. El efecto central radica en convenir un Plan Electoral que además de la reestructuración total del CNE convoque elecciones desde municipal hasta presidencial en cuatro fechas que se inician 120 días de aprobada la agenda con la elección de alcaldes y concejales. 3 meses después gobernadores y legisladores. 3 meses más y se elige a la AN y por último con 90 días de margen se convoca a la elección presidencial. Es decir, un año y un mes para que se complete la renovación total de la institucionalidad eleccionaria del país, con presencia de observadores internacionales (que no acompañantes) más todas las garantías de procesos transparentes y encajados en la dinámica estándar y universal del tema electoral. Eso, al menos, ofrece un límite a la incertidumbre..