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Alfredo Michelena: No estamos preparados para la otra opción

 

Una y otra vez se ha repetido que la salida tiene que ser “pacífica, democrática, constitucional y electoral”, pero el empeño del régimen de bloquear es alternativa hace más probable cada día el plan B, es decir el uso de la fuerza para impulsar el cese de la usurpación, y llegar a unas elecciones libres y justas.

A los pies del escudo de Chile se lee: “Por la razón o por la fuerza”. Y a esta disyuntiva hemos llegado en Venezuela para recuperar la democracia. El asunto no es evaluar la mejor alternativa, pues sin duda es la que no violenta. La pregunta cuál de las dos es más probable, en las circunstancias en la que estamos.

Cuando la Venezuela democrática entró en crisis a fines del siglo pasado, una mayoría de venezolanos  decidieron jugar al “Aprendiz de Brujo” y votaron por un desconocido militar golpista para “mover la mata, a ver qué pasa” y todavía estamos pagando las consecuencias de tal ingenuidad.

Desde ese momento, ellos se han venido preparando para no salir nunca del poder.  En su refundación de Estado construyeron los mecanismos para perpetuarse en el gobierno. Los dos más importantes: el electoral y el militar.  En lo electoral construyeron un CNE “independiente y técnico” que sacaron del control de los partidos políticos y de los ciudadanos. En lo militar el primer paso fue aislar el aparato militar del control político mínimo que ejercía el Congreso en los nombramientos de los oficiales superiores.

Luego pactaron con todas las fuerzas de izquierda, es decir procomunistas o al menos de gobiernos dictatoriales del mundo (Rusia, China, Irán, entre otros), pero sobre todo del continente (Cuba, Nicaragua, Bolivia). A los tibios los compraron también con petrodólares y subsidios (Petrocaribe, ALBA).  También se aliaron con movimientos guerrilleros como las FARC y el ELN de Colombia  o subversivos islámicos como Hezboláh así como con las bandas criminales y carteles de las drogas- un pranato es toda su extensión.

En lo doméstico en cuanto al estamento militar a los que no pudieron conquistar ideológicamente  o corromper los aislaron mientras otros prefirieron pasar agachados. Por si acaso construyeron – hace 11 años- un aparato militar paralelo basado en las milicias. Unas milicias originalmente orientadas a mantener el control de la población por cuadras sabiendo quienes son sus amigos y enemigos en barrios y poblados, como preparación a una guerra de cuarta generación. Y no olvidemos a los colectivos y otros aparatos paramilitares.

Desde el principio fueron muy claros:  “la revolución es pacífica pero armada”, además de lo “patria socialista o muerte”, es decir: nos quedamos en el poder por las buenas o por las malas.

La oposición  nunca ha dejado la senda de la lucha democrática electoral. Esa lucha dio frutos con la conquista de la Asamblea Nacional (AN) en 2015. Esto cambió el juego político, por una parte los demócratas tuvimos una representación formal en el Estado- la AN- lo que nos dio visibilidad y peso específico en el ámbito internacional así como también permitió la caracterización  del régimen de Maduro primero como una dictadura y luego como ilegítimo – usurpador-,  para tener ahora un presidente interino reconocido por casi 60 gobiernos del mundo.

En la actualidad se han construido mecanismos nacionales e internacionales de lucha. Hemos avanzado, pero nos hemos encontrado con una pared, menos alta que antes, con bases más débiles que en el pasado, pero allí plantada en el camino a la democracia y la libertad.

Frente a ella, solo le quedan dos opciones para recobrar esa anhelada democracia: forzar a Maduro que acepte unas elecciones libres y justas o  sacarlo del poder por la fuerza.

Sabemos cómo sacarlos por la vía democrática y en ese campo les hemos ganado y le ganaremos.  Pero no estamos preparados para la  “batalla final” si ella se da en el plano de la fuerza sea esta ciudadana o militar.

Claro que es teóricamente es posible producir un quiebre en el aparato militar y la toma del poder vía manifestaciones de calle, como fue la salida de Chávez del poder en 2002.  O la famosa la “primavera árabe”.  Así como  llegar a Miraflores por elecciones, aunque  un reciente estudio muestra que si bien 40% de los dictadores pierden las elecciones  solo un 12% sale del poder. Entonces, ¿estamos preparados para ganar y cobrar el triunfo o incluso para la opción militar si niegan la salida electoral? Sino deberíamos estar preparándonos para ella.

 

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