Al ver y escuchar lo que parece, en la coyuntura actual, un accionar alocado del gobierno norteamericano y de la actual dirigencia opositora venezolana, uno tiene la tendencia a pensar que no es sólo sinrazón, hay desvergüenza e incontinencia verbal. Y percibo también demasiada ambigüedad en las declaratorias del gobierno venezolano ante semejante agresión, y más grave aún, una actitud dubitativa frente al cómo responder a ella.
Dado que es demasiado estruendosa la puesta en escena de la derecha internacional para liquidar el gobierno de una nación soberana y demasiado indecente el festejo de grupos sociales internos que, por su propia vaciedad, aplauden la intervención; toma visos trágicos que el Gobierno, en vez de decretar la emergencia nacional ante la agresión y convoque a todas las fuerzas revolucionarias, salga a transarse con los agresores.
Pero, como no soy de los que atribuyen todo lo que me resulta difícil de entender, a la torpeza de sus actores, o por el contrario, al iluminismo que los guía, pues es demasiado engreído lo primero y dócil lo segundo; termino concluyendo que todo lo señalado hasta ahora ocurre de manera consciente, de lado y lado. Incluyendo esta “confesión” hecha por el presidente Maduro a propósito de la 2º ronda de la reunión de Oslo: En Noruega estamos dialogando con la oposición extremista acerca de una agenda integral para buscar soluciones políticas, constitucionales…
Leí en Aporrea un acertado análisis, y muy bien informado, sobre lo que nos está ocurriendo. Lo firma una tal “profesora Carol Babroff” (me parece un seudónimo). A diferencia de lo que afirma Maduro, nos dice que los representantes de las dos delegaciones están lejos de radicalismos y muy cerca del horizonte socialdemócrata, cosa que propiciará la búsqueda de un acuerdo de gobernabilidad. Por muy difusa que sea esta coincidencia ideológica, ella les permitirá a los que montaron este evento y manejan la diplomacia internacional, salvaguardar los intereses de la burguesía transnacional. “La Babroff” señala esto como la capitulación de clase del proceso Bolivariano… Yo pienso lo mismo, y lo digo de frente.