Maduro ha consumido apenas menos de seis meses de su meta de seis años más al frente del poder ejecutivo. “Lo que le falta es ver…dolaga” diría un maracucho. No obstante se le observa exhausto. En esos seis meses ha recibido, según cuentas de Jorge Rodríguez (a) “perro-cobero” más de seis golpes frustrados dentro de los cuales incluye un par de intentos de magnicidio cuyos guiones magnifica Maduro en cada recuento que hace en cadena nacional de radio y TV, es decir, casi a diario. Se recrea pero no se divierte. Peor que “perro-cobero”, agrega un capítulo más desde su infinito imaginario al rosario de culebrones en su contra. E imagina, también uno, que ese ejercicio mitomaníaco lo fatiga y oxida neuronas. ¿Cuánto más puede soportar desnarcotizado esa presión? Interesante que mi amigo el psiquiatra nos escriba algo al respecto. Eso por el lado de Maduro. En cuanto a Guaidó ha consumido el mismo lapso buscando la salida de quien usufructúa la presidencia. Al ocupar él la trastienda del poder presidencial no es difícil imaginar cuántos susurros recibe a diario para dar el golpe final al “usurpador”. Cuántas ofertas para ocasionar mayor caos y hacer más ingobernable al país. Cuántos cantos de sirena de generales relegados a escritorios sombríos. Toda una maraña de coacciones y chantajes que enervan al organismo a extremos insondables. Aparte de la intimidación de que es objeto con apresamientos y persecución de diputados y colaboradores suyos. No es fácil. Guaidó nunca había sufrido tanto estrés en su carrera política. Hoy ignora quiénes son sus verdaderos amigos…o si los hay. Nada de ello sería más que un gaje del oficio político si de por medio no estuviera el país, pero lo está. En el centro del fragor nos encontramos los venezolanos. En el ojo del huracán está una nación estupefacta. Nadie asoma talento confiable para insuflarnos expectativa. Estamos a la deriva. Steven Spielberg podría llevar este tráiler a la gran pantalla con mucho éxito. (Revendo tickets… !Sálvese quien pueda..!