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Neuro Villalobos: Policromía del terror

 

“La escala de colores también clasifica a los detractores del régimen que hay que vigilar, lo que significa activación de los servicios de inteligencia y represión.” David Placer.

Para los que hemos tenido y tenemos la gracia divina del sentido de la vista, la apreciación de los colores nos permite una emoción indescriptible. A través de ellos se manifiestan los estados de ánimos de la mayoría de las personas. Sus distintos matices “nos hacen ver” que no todo en la vida es blanco o negro, entre esos extremos hay expresiones de grises y existe la degradación de colores. Hay tonalidades que han hecho del arte, por ejemplo, una manifestación sublime, vital, del alma y del espíritu. Igual que en el vaporoso mundo de la moda. Es la policromía la que puede expresar el nivel de creatividad, el refinamiento del gusto, o el carácter del artista.

En la Venezuela de mi niñez y aún bien entrada la adolescencia, los hombres serios se distinguían por el uso del color blanco, negro, gris o beige de su vestimenta. El uso de cualquier otro color encendido podía tomarse como una desviación de su personalidad. Gracias a Dios, de pronto asistimos a una explosión del color y a una verdadera revolución de muchos aspectos de nuestra vida, especialmente de la música y de la participación de la mujer en actividades antes reservadas solamente a los hombres que nos transformó culturalmente.

Con el advenimiento del bandolerismo y la audacia política de chávez y sus piratas, los colores se empezaron a usar con otros fines perversos y canallescos. El rojo sangre simboliza a los extraviados de una revolución animada por el delito y no por ideales, a la imposición del terror usando los colores: verde, amarillo, naranja y rojo, para clasificar a los opositores del régimen y ensañarse con ellos, cebándose en el alma, porque es a ella a la que quieren encadenar.

Según David Placer, el autor de la obra “El dictador y sus demonios”, citado en mi artículo anterior, una decena de jefes de equipo del régimen, clasifican a los periodistas, comunicadores, articulistas y usuarios con gran influencia, con los  cuatro colores ya mencionados, quienes son monitoreados permanentemente para decidir a qué nivel suben o bajan, en función de la peligrosidad que representan para el régimen y a quienes se puede aplicar sus técnicas de terror para disuadir, anular o eliminar su influencia.

El rojo que para el régimen denota simpatía y complicidad ideológica, porque es el color de su “revolución”, para el Ministerio de Comunicación e Información tiene otra connotación y quienes han entrado en ella han padecido las consecuencias. La policromía ya no solo tiene un uso artístico para recrear las maravillas de la vida, sino también tenebroso, y puede expresar  la inmensa capacidad humana para hacer el mal por parte de quienes usurpan el poder.

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