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Enrique Contreras Ramírez: Existimos  para crear nuestra propia existencia

 

El ser humano nacio para ser libre, su propia naturaleza, lo obliga, cuando se le intenta esclavizar, a dar la vida si es preciso por esa libertad.

A veces, debatirse en el universo de las ideas de estos tiempos, implica conflictividad en un caos lleno de contradicciones y donde el conocimiento -ahora en un mundo globalizado-  se utiliza para dominar y domesticar a la humanidad, lo que a muchos nos impide habituarnos al mundo existente.

No se puede ignorar, que estamos atrapados en medio de dos modelos de sociedad que se diferencian de forma, pero en el fondo tienen el mismo propósito –que no es otra cosa- que dominar al ser humano y ponerlo al servicio de sus intereses.

Esos dos modelos a los que me refiero llámese capitalismo o socialismo, tienen a la humanidad en un abismo de incertidumbre, incertidumbre porque el bienestar social que prometieron y siguen haciéndolo no llego y menos cuando han querido imponer en América Latina, toda su cultura, su pensamiento único en ese proceso de transculturación que han desarrollado dentro del colonialismo eurocentrista y que hemos sufrido los pueblos en nuestro continente.

A todas estas, en un mundo globalizado, ambos modelos se fusionaron dentro del neoliberalismo, parecieran contradictorios pero sus clases dominantes, los dueños del capital entendieron que para reproducir el dinero de manera más eficiente, había que apoderarse del planeta, tal y como lo están logrando a nombre de un desarrollo, donde se sacrifica a la humanidad y se destruye el medio ambiente.

Es aquí donde la existencia del ser humano se trunca, se mutila y cercena y me refiero a la existencia donde  el sentido de la vida está intensamente combinado con el pensamiento filosófico e incluso religioso de la existencia, además de la conciencia y la felicidad e inquieta a muchas otras cuestiones tales como el significado simbólico, la ontología, el valor, el propósito, la ética (la moral), la deontología(los valores), el bien y el mal, la dignidad humana, el libre albedrío –entre otras variables- que le dan objetivos, propósitos y fines a la vida. Es existir creando ontológicamente en sociedad nuestra propia existencia, para poder valorarnos como lo que realmente somos. Seres humanos.

Este sentido natural que se le puede dar a la vida lo han cercenado y ese vínculo natural conque nacemos, el de ser libres, la malograron en el más amplio sentido y cuando me refiero a ser libres estoy haciendo referencia  a esa  libertad que junto  con el pensamiento, el amor, y la creatividad, son formas de la naturaleza humana. Es el derecho que tenemos los seres humanos a ser nosotros mismos, de ratificar y de luchar contra todos aquellos que tratan de impedirnos que seamos libres de toda influencia que pueda domesticarnos, someternos, alienarnos y que se nos  trate de mirar como  objetos y no como sujetos históricos.

El reto

Cuando señalamos, que reconociéndonos como sujetos históricos, somos los seres humanos los protagonistas de la historia, también hay que reconocer que siempre debemos transitar en el camino de un espacio teórico-filosófico e interpretativo en el modo como se imagina al sujeto histórico. Permítanme indicar aquí que en esa interpretación, considero al sujeto histórico  como una entidad absolutamente social que es capaz de transformar su realidad y con ello originar sucesos y hechos  que puedan marcar hitos históricos relevantes y diferentes.

Si esto es así, el ser humano es un ser histórico, es decir, es un ser dispuesto a la racionalidad permanente cuya inteligencia le está indicando constantemente la de no conformarse con la realidad presente y más si esa realidad es injusta, lo que lo obliga a crear un futuro que se espera sea siempre mejor. Tal cualidad que es histórica es perpetua e imperecedera, y se mueve de manera dialéctica.

Es allí donde está el reto, lo de cambiar lo que le parece injusto, indigno, deshonesto, miserable para poder pensar en el futuro, en lo hermoso, en lo perpetuamente bueno y verdadero.

De esta manera estamos obligados –si queremos salir del entrampamiento- a dejar de pensar como ellos, a los que intentan seguir colonizándonos y empezar a pensar como nosotros, como latinoamericanos que somos, para poder encontrar un camino propio, lejos de la influencia eurocentrista o lo que es lo mismo angloamericana.

Ante esta realidad nos corresponde ir al encuentro de la orientación de ese loco soñador y hermoso conocido como Don Simón Rodríguez, el dejo la ordenamiento, los postulados, la doctrina necesaria para  lo que se puede hacer, lo que podemos lograr si concientizamos el papel histórico que nos corresponde plasmar, en esa lucha por conseguir la emancipación de nuestros pueblos. Razón tenía el padre de la patria –nuestro Simón Bolívar- cuando al referirse a su maestro Simón, en su carta del 19 de enero de 1824 recordándole su admiración y gratitud por haberle inculcado los valores de libertad y justicia que tutelaron su vida indicó: “Vd., Maestro mío, cuánto debe haberme contemplado de cerca aunque colocado a tan remota distancia. Con qué avidez habrá seguido Vd. mis pasos; estos pasos dirigidos muy anticipadamente por Vd. mismo. Vd. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Vd. me señaló. Vd. fue mi piloto aunque sentado sobre una de las playas de Europa. No puede Vd. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Vd. me ha dado; no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Vd. me ha regalado.

Siempre presentes a mis ojos intelectuales las he seguido como guías infalibles. En fin, Vd. ha visto mi conducta; Vd. ha visto mis pensamientos escritos, mi alma pintada en el papel, y Vd. no habrá dejado de decirse: todo esto es mío, yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecé tierna, ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos; ellos son míos, yo voy a saborearlos en el jardín que planté; voy a gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho es imprescriptible, privativo a todo.”

No hay que perder el sentido de la vida

Creo firmemente y con gran pasión que el ser humano se encuentra condenado a ser libre, dulce y hermosa condena, porque por naturaleza ama y quiere su libertad, hasta el punto que históricamente se ha demostrado que por tenerla ha dado su vida por ella.

El nuevo orden mundial, marcado por el paradigma globalizador, nos está dando nuevas preocupaciones, nos están esclavizando de otra manera y que muchos por no decir las inmensas mayorías, no concientiza tal situación.

Los nuevos conceptos de cómo debemos vivir, cómo debemos pensar, cómo debemos actuar nos están conduciendo a convertirnos en un rebaño masificado por las nuevas tecnologías, tecnologías que buscan en cómo cambiar a las personas, para convertirlas en muchedumbres aturdidas para transfigurar a la humanidad y convertirla  en una cosa, en un objeto que puede “vivir” en la mentira de la vida, donde se pierde el sentido de existir olvidando de manera inducida que existir es crear nuestra propia existencia, en medio de algo que es innato, que es natural, que nació en los seres humanos y que lo lleva consigo como es la libertad.

Esa tecnología, que impulsa el paradigma globalizador, se presenta como un prodigio sobrehumano que se eleva sobre encima de la gente y donde si observamos con detenimiento, con esa tecnología se han formado muchísimas personas que hoy ya son mayores de edad con conceptos limitados sobre la vida humana, sobre su papel como sujeto histórico y donde los han convertido como simples consumidores y como mercancías, entrando en un estado de enajenación mental para perder definitivamente sus cualidades humanas.

Pero también hay que señalar que nuestros gobiernos y sobre todo en América Latina, tanto en los llamados capitalismos o socialismos, se han convertido en cómplices naturales de los grandes conglomerados que impulsan la globalización, han mostrado su condición de sanguijuelas y rémoras al servicio del imperio del gran capital.

Pero a pesar de todo este cuadro, hay quienes no hemos perdido el sentido que hay que darle a la vida,  se está intentando construir otra realidad, pues hay diversos sectores nacionalistas, patrióticos y revolucionarios de América Latina y el Caribe, que están extendiendo una rica discusión en todos los órdenes del conocimiento humano conocidos hasta ahora, que ubica el pensamiento crítico y reflexivo, en confrontación frente a las corrientes ideológicas que hasta ahora han dominado al mundo. Pero lo mejor de todo éste ambiente geopolítico, teórico, filosófico, es que la disputa está abriendo brechas, sobre todo en nuestro continente Abya Yala, que va rumbo a la edificación de un pensamiento propio, alejado de la influencia eurocentrista y colonizadoras, que por muchos años han sido el obstáculo para la libertad plena en el más amplio sentido del contexto de la palabra, donde retomamos nuestros sueños y pensamos el futuro indicando que en el hoy la utopía es posible.

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