Cuando el régimen con la demagogia de “estar preocupado por la salud del pueblo” alarga la permanencia de la gente a estar encarrada en sus casas con el cuento de la cuarentena “voluntaria” pero con amenazas de si sale puede ser sancionada con prisión en una cárcel, no solo es una clara violación a los Derecho Humanos sino que pone a los ciudadanos a escoger entre si muere por hambre o victima del virus chino. Tampoco ofrece ninguna ayuda a las empresas que son obligadas a cerrar sin producir poniendo en riesgo su estabilidad que por las pérdidas ocasionadas pudieran verse obligadas a cerrar o declararse en quiebra generando más desempleo del que ya existe.
En Venezuela hay aproximadamente tres millones de personas que trabajan en la economía informal, y viven de lo que venden diariamente en las aceras de las ciudades y pueblos de Venezuela. También hay promedio de 100.000 taxistas y 200.000 mototaxistas que prestan servicio a quienes deben trasladarse de un sitio a otro de la ciudad, pero como todo está cerrado y no hay personas con necesidad de moverse de un sitio a otro, pero si a eso le agregamos que tampoco hay gasolina, entonces esos trabajadores que no están en ninguna nómina de un quince y un último, sino que su taxi o su mototaxi es su propia empresa, están sentenciados a morir de hambre.
Es una situación sumamente riesgosa y peligrosa estar apostando a esas jugadas que pudieran tener desenlaces no deseados y que hicieron mucho daño a la economía en el pasado. Tampoco se podría bajo ningún concepto criticar desde la comodidad de una oficina con aire acondicionado si el pueblo hambriento sale a buscar comida para no morir de hambre, aunque en esa búsqueda se exponga a ser reprimido por los esbirros del régimen o ser asesinado de un balazo en la frente como ha ocurrido a centenares de venezolanos en estos 21 años de tiranía. Un pueblo hambriento es impredecible, especialmente si son madres con hijos pequeños.
La tragedia venezolana es de extrema gravedad que debe ser tratada con urgencia y seriedad. Ya no hay tiempo ni espacio para seguir corriendo la arruga y seguir estirando la cuerda porque los ciudadanos están cansados de escuchar tantas mentiras y sufrir muchas decepciones que puede llegar el momento que se reviente esa cuerda y dará latigazos a todos aquellos que por una razón u otra la templaron hasta hacerla reventar. La experiencia vivida los días 27 y 28 de febrero de 1989 que fue organizada por políticos miserables de la época contra el gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, dejó perdidas muy lamentables para la economía que no fueron recuperadas tan fácilmente.
Cuando la inmensa mayoría de los venezolanos que viven y sufren en carne propia los ataques inclementes de la terrible crisis humanitaria ven a Nicolás Maduro, Cilia Flores, Delcy Rodríguez, Jorge Rodríguez, Vladimir Padrino López, Diosdado Cabello y el resto de ministros, generales y almirantes del alto mando militar, declarando en televisión se les ve gordo demostrando que están bien alimentados y con las neveras de sus casas full de comida, mientras Juan Pueblito esta flacuchento y desnutrido, no hay ninguna duda que genera en ese pueblo hambriento mucha rabia y hace que por su mente pasen muchos malos pensamientos.
Lo ultimo es que Maduro el miércoles 13 de mayo 2020 anunció que este mismo año habrá elecciones parlamentarias para cambiar la Asamblea Nacional, demostrando una vez mas que no tiene ningún interés de cambiar ni rectificar, por lo tanto, y como está comprobado que el problema no se resuelve con unas elecciones parlamentarias, el presidente de la Asamblea Nacional, diputado Juan Guaidó, debe tomar de una vez la decisión de completar el gobierno de emergencia nacional y activar el articulo 187#11 de la Constitución Nacional para ponerlo en sintonía con el articulo ocho del TIAR y la norma de Responsabilidad para Proteger de la ONU que facilite ayuda internacional. Ahora bien. Si Guaidó no se decide, entonces la situación pudiera presentarse impredecible.
@lodicetodo
