Las revelaciones que ha hecho por el canal oficial del Estado, el Ministro de Información y Comunicación, Sr. Jorge Rodríguez, sobre los planes y acuerdos que se estableció entre una agencia norteamericana de mercenarios y el ciudadano Juan Guaidó, designado por USA, la Comunidad Europea y 17 países latinoamericanos, como Presidente Interino de la República de Venezuela; son sencillamente escalofriantes.
Lo que está dicho en el insólito contrato que firmó ese señor Guaidó con una empresa de sicópatas sólo es posible entenderlo en una nación como la norteamericana, donde su código de comercio acepta como lícito cualquier actividad (incluyendo la destrucción de bienes de terceros y el asesinato de sus lugareños), que una empresa pudiera realizar fuera de sus fronteras, eso si, siempre que así conste en un contrato firmado y pague los impuestos que generará las ganancias obtenidas de tales masacres.
Pero, los escalofríos que me produce la nación norteamericana, son lo de menos. Lo desconcertante es ver a nuestras máximas autoridades dejar en suspenso nuestra institucionalidad sin explicación alguna. Horas antes de la alocución del Ministro, apareció nuestro Fiscal General de la República, anunciándole al país que estaba procediendo a hacerle las imputaciones penales respectivas a los participantes en los diversos y graves delitos que se cometieron. Allí estaban todos los detenidos y varios otros que son buscados con la respectiva orden de aprehensión. Todos, menos el mayor responsable de esta barbaridad, Juan Guaidó. Y ¿eso será por qué?
