La cuestión no es que sea pendular. No. La oscilación es un espejismo inducido. Es posible que el venidero 5 de julio ofrezca alguna luz sobre quién es el hombre fuerte del país. Nuestra modestísima capacidad de percepción no logra descifrarlo. Pero el 5-07 se designará al nuevo ministro de Defensa. Si Maduro ratifica a Padrino López la duda se mantiene porque este general politiquea sus afectos entre Maduro y Diosdado. Se escabulle por la tangente de la institucionalidad y evita un cuadre. Y aunque se ha mencionado que el escogido podría ser un primo-hermano de Diosdado, el jefe del PSUV ha sido cauto. Ahora bien; Si Maduro designa al general-primo el poder de Diosdado es indubitable. Solo un “gallo tapado” ajeno a la influencia de Diosdado o alejado de ella podría desorientarnos. O que Maduro se atreva y designe a un civil como osó Chávez, más para amedrentar a los generales que por creer en paisanos. Pero Diosdado es el PSUV y no hay otras voces que emocionen al chavismo o generen tendencias. La unidad monolítica la preserva la fuerza de la maquinaria y Diosdado es su amo y señor. No hay alternos. Apenas la juventud escapa a esta centrífuga. Maduro-Guerra, el hijo del Presidente, maneja su parcela liberado del Efecto Cabello. Ni siquiera con “Somos Venezuela” pudo Maduro impresionar a Diosdado. Pero el chamo Maduro-Guerra defiende su liderazgo, aunque en ciernes, demarcado y respetado, lo que denota que el territorio de Diosdado es horadable aunque Maduro-Moros tal vez no intuya que Maduro-Guerra le abre la espita para que geste su preeminencia. En cuanto a encuestas conocidas, Maduro, antes por debajo del 10% aparece hoy hasta con 25 % aunque paradójicamente 90 % del país culpe a su gobierno por la crisis. Diosdado no figura por su nombre, pero el PSUV registra entre 25 y 30 %. Y Diosdado es el PSUV. (Para un demócrata resulta exultante que el partido se imponga a su propio presidente).