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Primer mensaje del papa Francisco en Colombia fue para los jóvenes

Brayan Rincón fue el niño que se robó el ‘show’ en la Nunciatura Apostólica y fue quien le regaló la ruana al papa Francisco.

Seis muchachos que han estado en medio de droga y delincuencia llenaron de regalos al pontífice.

Una hora y media después de pisar suelo colombiano, el papa Francisco pronunció sus primeras palabras en público: “Gracias por la valentía, gracias por el coraje. No se dejen robar la alegría. Que nadie los engañe, no se dejen robar la esperanza”.

Estaba sonriente, al frente de seis jóvenes que lo esperaban en la Nunciatura Apostólica de Bogotá, rodeados de decenas de feligreses que lo habían visto llegar a las 4:10 de la tarde al aeropuerto militar de Catam, y recorrer la calle 26 en medio de sirenas de la Policía, llanto de la gente, cámaras, banderas y una calle de honor de más de 540.000 personas que salieron a darle la bienvenida a su Santidad.

Con voz temblorosa, su mejor ropa y recién peluqueados, los jóvenes se presentaron ante el Pontífice e inspiraron su mensaje: ¡Bienvenido a Colombia! le dijo Angie Albañil.

Y luego continuó: “Somos jóvenes del Idipron, el Distrito nos ha ayudado a resolver la difícil situación que nos ha tocado vivir en la calle (…). Gracias por detenerse frente a este parche que no oculta su sorpresa al vernos acogidos por su rostro paternal”.

El más pequeño, Brayan Rincón, rescatado de la olla de venta de drogas del barrio San Bernardo, se aproximó al pontífice y le entregó una ruana blanca, para que se proteja del frío capitalino, le dijo, y como símbolo de la laboriosidad de los de los artesanos colombianos.

Una ruana, el primer obsequio de los jóvenes para el PapaUna ruana, el primer obsequio de los jóvenes para el Papa
Luego, recibió un velón como significado de la luz que representa su visita y un vitral para que se vaya con el recuerdo de lo vivido en sus 99 horas en Colombia, que finalizarán el próximo domingo.

Algunos creían que en su primer discurso, Francisco se iba a referir a la paz, le iba a dar un saludo a la nutrida comitiva de dignatarios que lo esperaban o hablaría del cese del fuego con la guerrilla del Eln.

Pero los rostros del parche, que le contaron en segundos su pasado, lo llevó a hablarles primero a los jóvenes del país y a pedirles que persistan en sus sueños, un mensaje que seguramente repetirá en la misa campal programada para hoy, a las 4:30 p.m., en el parque Simón Bolívar.

La vida y la droga

Un día antes de su llegada, EL TIEMPO habló con el grupo que inspiró al Papa y descubrió a un joven exparamilitar de Cali, que jugó con armas en su niñez y trabajó para oficinas de cobro; a dos expendedores de droga y atracadores del centro de la capital y a una adolescente que sucumbió al consumo del basuco.

Fueron escogidos para hablarle a su Santidad por destacarse en las clases de catequesis, pero también por avanzar en su recuperación.

“Hey, yo quiero cambiar, yo quiero cambiar, y voy a luchar, la voy a guerrear. De la olla me sacaron y hoy vuelvo a sonreír (…)”, cantaba a ritmo de ‘hip hop’ uno de los seis jóvenes mientras preparaban las palabras para Jorge Bergoglio.

Angie Albañil, de 23 años, fue la primera en hablarle al Pontífice delante de decenas de cámaras. “Hace tres años cometí el error de probar basuco”.

Ya ni se acuerda cuándo le dijo sí a esa droga que la sumió en el abandono. “Todas las personas que amé me dieron la espalda porque fui capaz de robar para drogarme”.

Por eso también, durante un año, supo lo que era vivir en las calles de Bosa, de allí salía solo para ir al centro de la ciudad a “mercar”, es decir, a surtirse de toda clase de sustancias y luego, otra vez a deambular. “Aguanté mucha hambre, frío, tuve que dormir en el piso hasta que no pude más. Un día ni el ‘pipazo’ me hacía cosquillas”. 

Las historias se iban tornando más duras, tal vez por eso querían que el Papa y el país los conocieran. Tímido, *Roberto comenzó a narrar su vida. “Tengo 25 años y soy de Cali, Valle”. Sin decir más palabras, sus ojos mostraban la necesidad de llorar. “Siempre me he sentido solo, en mi familia fui un cero a la izquierda, mi papá nunca estuvo conmigo, lo vine a conocer hace tres años”.

Pero ya era tarde porque estaba sumido en el infierno de las drogas. Eso fue en el barrio Marroquín del distrito de Agua Blanca. “Empecé a fumar marihuana, pepas, perico, ‘popper’, y lo peor, pegante y alcohol. “Esa fue mi perdición a los 15 años. Hice cosas muy malas”, contó. 

Roberto comenzó a trabajar con las oficinas de cobro de los paramilitares en Cali, cometió toda clase de delitos, llegó a tener millones en su bolsillo y cuando se quiso salir, la vida de su familia era el precio que tenía que pagar. “Eso le daña el corazón a cualquiera. Tuve que lastimar a las personas”. Al final su vida solo tenía un propósito: huir. Por eso, a los 18 años, escapó a Medellín, otra de las escalas del pontífice, que además visitará Villavicencio y Cartagena.

“Igual, terminé vendiendo droga en la comuna 13. Luego me fui a recorrer Colombia y cuando ya se me acabó la plata de lo que me robé me tocó irme para Bogotá”.

Pero en la capital la vida fue a otro precio, le tocó bajar la guardia, aguantar frío y hambre. Así llegó al Idipron. “Aquí me siento vivo. Llevo tres años libre de alcohol, pepas, perico, y bueno, ya soy bachiller”. Le da miedo pensar en el futuro, volver a enfrentar las calles.

Ferney Vásquez, de 27 años, escuchaba atento la historia de su compañero y a la vez, no dejaba de tararear rap, la música que lo empuja a cambiar.

“Yo me críe con mis tías, me amaron, pero nunca tuve límites”. A los 14 años las malas notas en el colegio eran la evidencia de que su vida se estaba desviando. “Comencé a consumir perico y marihuana”. Mientras todo eso pasó su madre pagaba una pena en la cárcel El Buen Pastor y su padre se había ido a Estados Unidos.

Fueron escogidos para hablarle a su Santidad por destacarse en las clases de catequesis, pero también por avanzar en su recuperación

Junto a su pareja tocó fondo en la adicción. “Me metí con la ‘firma’ (los patrones) a los 17 años. Era muy bueno distribuyendo mercancía”. Hasta en el barrio Santa Fe llegó a ser tratado con respeto.

Pero la droga hacía su efecto. “Hoy la calle está más dura que nunca, te pegan, te matan y, además, se acabó la olla (el ‘Bronx’), donde nos alcahueteaban la farra de días”. Todo eso lo impulsó a buscar ayuda. Ya lleva tres recaídas pero sigue. Todo eso lo canta, al fin y al cabo, ese es su sueño.

Otro miembro del parche que conquistó al Papa conoció las calles en el barrio Diana Turbay. Él y sus cinco hermanos no tuvieron otra opción. Delinquir hacía parte de su rutina. “Desde que tengo memoria me gustó la delincuencia y las drogas”. Cigarrillo, pegante, marihuana eran parte de su menú.

Fue miembro de bandas de atracadores del centro de Bogotá. “Yo fui rata y chirri”, dice refiriéndose a dos categorías, los que roban y los que sucumben al degenere total.

“Yo me vi buscando comida en la basura, mirando a través de la ventana de una panadería a la gente comer”. Eso pasó tiempo después de haber visto a muchos de sus compañeros morir, a sus hermanos consumirse en las rockolas del ‘Bronx’. “También perdí a mi esposa y a mi hija”.

Hoy su proceso sigue. Recuerda el día en que tomó la decisión. “Eso fue cuando los ‘sayas’ me cogieron robando. Me desnudaron, me subieron a un segundo piso, y me pegaron 50 tablazos hasta que mi piel quedó echa una cicatriz. Después de eso me entregué al Idipron”.

Y Brayan, el niño de 11 años que le sacó varias sonrisas a Jorge Bergoglio y terminó por robarse el ‘show’ en el encuentro con el Papa, también tiene un pasado amargo.

“Lo único que recuerdo es que mi papá me llevaba a la olla de San Bernardo, que me daba muy mal ejemplo, que yo aguantaba hambre, que estaba descalzo, que no tenía ropa y que me ponía a vender dulces. Por eso le dije a mi abuelita que me dejara ir al internado”.

Después de la charla con el parche y de los bailes de otros 160 jóvenes, Francisco se retiró a descansar y este jueves empezará actividades hacia las 7 de la mañana.

Visitará al presidente Juan Manuel Santos, en la Casa de Nariño, recibirá las llaves de la ciudad, estará con los jóvenes de nuevo y, en la tarde, tendrá la misa campal.

Santos, feliz con mensaje del Papa

Ante cerca de 3.200 periodistas de todo el mundo acreditados para la visita del papa Francisco a Colombia, el presidente Juan Manuel Santos destacó el significado del primer mensaje del pontífice en territorio patrio.

“Los colombianos no podemos permitir que nos roben ni la alegría ni la esperanza”, dijo el Presidente recogiendo textualmente las palabras del prelado.

Santos relacionó de manera directa el mensaje papal con los esfuerzos por conseguir la paz y dijo que Francisco 
“viene a empujarnos a dar el primer paso (…) hacia la reconciliación, después de tantos años de guerra, de tanta violencia, de tanto conflicto”.

Regalos por su visita

Jóvenes del Idipron, que alguna vez vivieron en la calle o tuvieron problemas de drogas, le entregaron tres obsequios a Francisco:

El primero fue una ruana que significó el resurgir de algunos jóvenes que superaron este problema y que antes eran señalados de ser “indigentes”. Indicaron que es una prenda típica de Colombia y que reúne la laboriosidad de los artesanos.

(Además: ‘Destape’ aquí 20 regalos que se llevará el Papa a Roma)

El velón, que representa la luz que el Papa es para los feligreses, fue el segundo regalo que recibió.

El último presente fue un vitral que pintaron para quedar en el corazón del santo padre, “para que recuerde a estos jóvenes que creen y confían en usted”, dijeron.

El Tiempo Bogotá

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