Recientemente me preguntaron en una entrevista qué pensaba sobre este nuevo Frente. Mi respuesta fue: “Me parece muy bueno, pero no sé si muy tarde”.
Un frente amplio –multisectorial– es lo que ha debido ser la MUD. Pero sólo logró ser una coordinadora de partidos para escoger candidatos electorales. La MUD no se propuso ser una coordinadora de las estrategias de los diversos sectores de oposición ni una promotora o defensora de los intereses de dichos sectores y ni siquiera logró divulgar una propuesta alternativa de país. La MUD no pudo coordinar el aprovechamiento de la mayoría absoluta de diputados de oposición lograda en 2015 en la Asamblea Nacional. Esta falencia se explica por el interés individual de cada partido y de sus respectivos líderes por llegar, cada uno de ellos, al poder, y sin mucha participación de los demás sectores opositores para poder gobernar, por encima de ellos, como lo hizo la partidocracia anterior.
Hoy, la desarticulación de los partidos de la MUD es tal que ni siquiera se seleccionó un candidato único para la elección presidencial. Optaron por llamar a la abstención por las grotescas condiciones electorales ventajistas que impuso el gobierno. Pero esta posición no revela que la otra razón para desvincularse del proceso electoral es la desarticulación propia que no permite aprovechar una gigantesca oportunidad de derrotar a Maduro.
El primer reto del Frente Amplio no es promover un cambio del régimen (si Dios quiere) sino lograr sentar a todos los sectores democráticos para construir un modelo compartido de país; divulgarlo, diseñar e implementar las estrategias para que cobre vigencia. De nada vale alcanzar el poder bajo un tropel de actores improvisados que no se han puesto de acuerdo en las soluciones ni en el papel que le toca a cada quien: ¡Remember 2002!, cuando en el frente de ese entonces faltaron los partidos y la articulación del tropel.
Si el Frente actual se consolida, le tocaría decidir si apoya a Falcón para aprovechar un potencial de votos válidos 78 a 22% a favor de la oposición, pero que se ve amenazado por el culto dogmático a la abstención.
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