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Pedro R. García: ¿Contendemos y dialogamos, o dialogamos y contendemos?

 

Ubicando algunas pistas…

Un ejemplo del racionalismo está en Platón, que era adversario de la democracia ateniense. Si bien se trataba de una forma de gobierno extremadamente limitada, que sólo tenían derecho a ejercerla los ciudadanos con exclusión de los esclavos, que eran la mayoría, aun así la  obtuvo avances significativos. Durante la época de Pericles, el ciudadano ejercía su derecho: polemizaba en la plaza pública, hacía propuestas, vetaba, decidía por votación, elegía al dirigente por un período, ejercía las ventajas de la democracia. Nadie ocupa el poder por derecho propio, sólo se puede ocupar por delegación transitoria, expresada en el voto 4, o 8 años y cumplido el periodo, hay elecciones y vuelve y juega. Reconquistar o perder el poder es el rasgo esencial, no existe el derecho propio o por sangre, nobleza, heredad de propiedad, legado o porque se tiene la “Verdad”, cuando cada familia en el barrio vive su pequeña tragedia aisladamente de los otros sin que esa multitud de tragedias superadas puedan dar lugar a un proyecto común, a una acción mancomunada, a un trabajo en sociedad, esa miseria de la dispersión, del aislamiento y la separación es la más triste de todas, porque es la miseria sin esperanza, el hombre puede estar privado de cualquier cosa menos de ella. Según la leyenda griega, Prometeo fue encadenado al Cáucaso por haber revelado a los hombres los secretos divinos: les entregó el fuego, los metales, las artes, la agricultura; entonces los dioses, celosos de ese ser que iba a crecer tanto, lo condenaron al terrible suplicio. Sin embargo, Prometeo dice en el texto de Esquilo “No, no solamente les di lo que dicen los dioses, les di más que eso, les di algo más importante, ¡les di la esperanza!”. Y en efecto, lo que hay que vencer es la incapacidad de los pueblos por organizar la esperanza, una esperanza razonable, no el delirio de que alguien va a yegar y va a trastocar el mundo, sino una esperanza, una fuerza creciente. El diálogo no es un modelo para alcanzar finalmente a la verdad, es una forma, un método permanente de seguir buscándola porque ella no es definitiva, combatamos porque se incremente el poder del pueblo: el económico, no sólo por su ingreso, sino también por el de su capacidad decisoria sobre el empleo de los recursos del país; por el político, es decir, el de su intervención efectiva de las decisiones que a él le importan; por el ideológico, por su educación, el de desarrollar su capacidad de promover iniciativas. Pugnemos por un poder cada vez mayor para que nunca declaremos: “El poder ahora es del pueblo y la prueba del poder popular es que yo estoy al frente y soy su representante”, no hay verdades estáticas. Aprender a estimar y afirmar la democracia es aprender a luchar con entusiasmo, con coraje y sin la ilusión de sentirse el representante único de la verdad,  sacar de las garras al pueblo de un poder inauténtico, fermentido y que todo lo que refute es falso, los liderazgos son democráticos, no por lo que está argüido en una Constitución. La cual no obstante lo señale, no es democrática si no encarna las acciones y los sentimientos de un pueblo y sus relaciones entre sí. El antiguo cristianismo decía, con razón, que la letra mata y que el espíritu vivifica. Pero: ¿Cuál es el espíritu de la democracia?: el pueblo en disputa de sus derechos, y por sus nuevos derechos. Lo demás es el carácter de la democracia.

Ubicando algunas pistas…

Venezuela, a 210 años de independencia y vida republicana, sigue siendo un país haciéndose, no hecho. La Emancipación fue un proceso ideológico-político con énfasis jurídico-constitucional. El parto de la República fue, sobre todo, el empeño de civilistas ilustrados, no pocos de los cuales ocupaban el vértice ductor económico-social de la vida colonial. La desviación del concepto ciudadano para identificarlo con el soldado se realizó en el transcurso de la guerra y con no poca incidencia americana de los fenómenos peninsulares. Así, el pretorianismo rampante en España (a raíz de la Guerra de Independencia hispana contra la Francia invasora de Napoleón I) y el absolutismo maquiavélico del Rey felón (Fernando VII) influyeron, y mucho, en las torceduras experimentadas, casi desde su cuna, por la débil institucionalidad republicana. El civilismo pluralista y democrático pasó a ser, en Venezuela, un adorno retórico desde la creación de la Gran Colombia (Angostura, 1819; Cúcuta, 1820) hasta su muerte, una década después, con la Convención de Ocaña y el fallecimiento de Bolívar. Lo que vino luego no fue mejor. El caudillismo militar como subproducto sociológico de la Independencia, según la aguda observación de Augusto Mijares; el poder en las manos de quien controlara las armas se convirtió, entonces, en objeto de deseo a cuyo goce se accedía no con los votos y el asentimiento ciudadano, sino con la violencia belicista. A 210 años de la Independencia Venezuela sufre la farsa más destructiva de su historia republicana. Como no se trata de buscar un imposible regreso al pasado, sino de apostar por el futuro, después de la hecatombe que han representado (y aún representan) Chávez, Maduro y el chavismo, nada será lo mismo que antes en la vida social y política venezolana. Es obvio que en Venezuela habrá que desplegar una titánica  tarea para la resuperación de su averiado tejido social, rescatarla de las ruinas en las que está postrada, para encauzarla después de casi un siglo de agravios, es necesario un jalón que la desmenuce hasta sus cimientos. Toda empresa de esta envergadura exige tiempo, mucho tiempo, pero tambien reclama lucidez y paciencia, hay que encontrarle el talón de Aquiles a esta sociedad y hacerlo con pasión y tenacidad. Dos conceptos antagónicos expresan en el hoy la política venezolana, “Enemigos” “Hostis”, pugnacidad, en  la Roma clásica es aquel con quien nos enfrenta una oposición existencial. El objetivo es la destrucción mutua, unas de carácter físico otras de carácter moral. La distinción cuenta con antecedentes ilustres (Spinoza entre otros) y alcanza la madurez doctrinal en Carl Schmitt, que funciona como un valor entendido en la moderna teoría del conflicto social. Por razones de principio, la Democracia impide la degradación del adversario a la condición de enemigo. Cuando esto sucede, la estabilidad inherente a la forma legítima de gobierno corre un grave riesgo. Pretextos seudomorales “Ellos” mienten, manipulan, justifican la exclusión, cambian las reglas del juego: el “Todo vale” desplaza las limpias reglas del mismo. En Democracia, se puede, incluso se debe sentir simpatía hacia el adversario, el odio al contendor es el caldo de cultivo del totalitarismo. Como bien sabia John Locke, la idea de “Trust” es consustancial al gobierno, basado en el consentimiento, persuadir, buscar la complicidad moral, crear una relación de confianza: he aquí el núcleo de la estrategia política en la Democracia de masas.  ¿Cómo actúa el alto mando de este gobierno? Es la expresión más palmaria de “La Impostura” y ella conduce siempre al vacío, decía Metternich, un gran impostor, (pero artífice del equilibrio europeo, 1809-1836). La gente perdona la ineficiencia, el robo, el incumplimiento de promesas electorales, el despropósito inclusive, siempre y cuando no perciba que hay mala intención. Así como un innúmero de venezolanos creemos que la oposición no ha podido articular un discurso racional, programático, pedagógico, serio, a pesar de los voluminosos, académicos, corporativos,  curriculum de sus asesores, lo que más bien los relega a la categoría de engañabobos inconscientes; “que Nietzsche yamaba Bildungsphilisters o zafios doctos, ignorantes que se escudan en los títulos académicos pero que carecen de erudición verdadera por su falta de curiosidad  humildad y su estrechura de miras”. A lo impensado de todo conflicto se le yama en el Argot militar de los anglosajones “For af War”, la bruma de La Guerra. Esos imprevistos o complicaciones al hecho de que ningún hombre puede calcular la capacidad del genio humano o de su estupidez, ni la capacidad de su arrojo. En los hechos recientes nuestro liderazgo opositor exhibió una ves mas, una carencia que les ha impedido topar con algunas de las sorprendentes máximas aplicables tanto a la guerra clásica como a la política, entre otras cito: las que señaló el historiador y teórico militar Clausewitz cito: “La opinión se gana por medio de grandes triunfos y por la ocupación de la capital” y este principio táctico aplicado a la política electoral también es valido. De allí se desprenden sus cuatro principios estratégicos, pero las dificultades para el aprendizaje de estas premisas clásicas ha quedado al descubierto lo que les ha  impedido tropezar con algunas. “El primero y más importante principio que hay que establecer para la obtención de aquel fin es emplear con la máxima intensidad todos los elementos a su disposición. Cualquier moderación que se muestre en este particular es quedarse a la cola del objetivo… El segundo principio es: concentrar, cuanto sea posible, las propias fuerzas allí donde deben darse los golpes principales y equilibrar desventajas en otros puntos, para estar más seguros sobre el punto principal del éxito… El tercer principio es: no perder tiempo alguno. Por medio de la rapidez ahogaremos en ciernes cien disposiciones del enemigo y nos granjearemos inmediatamente la opinión pública… Finalmente, el cuarto principio es: explotar con la máxima energía los éxitos que consigamos”. Como observamos, son tan nítidos ¿Qué  no demandan exegesis ¿Y porqué Despejada la coyuntura electoral de diciembre de 2015, con el rotundo triunfo en las parlamentarias que abría un período suficiente para que cualquier intención política, seria que, se convenciera que durante ese espacio a las regionales y Presidenciales, ya que el gobierno se tiraria en el suelo con el revocatorio, por lo que debería implementarse toda una envolvente operación en la capital con particularidad específica en cerros y quebradas, que propendería a cumplir con la aplicación del principio táctico ya comentado (ocupar la capital para obtener grandes triunfos y con ellos ganar la opinión), teniendo claro que, Caracas, sede y asiento principal de todos los mandos, ícono del poder, había quedado en manos de Jorge Rodríguez, dirigente emblemático del chavismo capital histórica. Que había ganado ampliamente en determinados sectores populares, (por supuesto partíamos del hándicap de los operadores electorales de la (MUD) que descondujeron el estrepitoso descalabro electoral municipal en su empeño de convertirlo en un referéndum). Desaprovechando este periodo sin elecciones para alojarse en esos sectores donde (PSUV) había ganado, y sin cederlas bajar la presión en las parroquias donde siempre se logran excelentes resultados; insistir en ellas a partir del constructo de los estrategos de nuevo cuño, que han bautizado como focal, lo que yevo a distraer esfuerzos, para acercarse a esos espacios y cumplir el fin propuesto, debieron dar con el primer principio estratégico de emplear con toda intensidad todas las fuerzas de que disponían. ¿Pero cómo hacerlo? si, conocidos los últimos resultados electorales, el grupo de los “salida ya” se desmarco del resto de los opositores, en vez de procurar nuevas iniciativas, y tratar de aproximarse ganarse a las zonas populares, sorprendiendo inclusive a los que más han expuesto en estos 20 años de fragor electoral se lanzan a una feroz lucha cainita intentando despojar la dirección de el liderazgo opositor, (abortando entre otras cosas la posibilidad del acuerdo en Dominicana, (que jamás explicaron con claridad) y además cerrar toda posibilidad de participar en la opción electoral), dispersando así las fuerzas disponibles, agrupadas con todas sus fragilidades en los partidos políticos y otros factores que gravitaban alrededor de la (MUD). Ha operado en esta larga etapa lo que algunos señalan como interregeneración, con el régimen donde ha primado la ceguera y el cinismo, evitando un giro que hubiese permitido concentrarse con fuerzas propias, allí donde deben darse los golpes principales y ganarse militantemente a los diversas comunidades descontentas por el incumplimiento de la solución de los  problemas más sentidos que les afectan) y evitar desventajas en otros lugares, para asegurar el punto principal de la conquista, tal como lo señala el segundo principio. Implicando una contradicción el resto de la oposición privada por los acontecimientos evidentes de violencia y de quienes los dirigen, y al no desmarcarse con urgencia de los voluntaristas, dilapidaron el tiempo establecido en el tercer principio, perdiendo la rapidez para ahogar la inhabilidad del gobierno para resolver el problema más acuciante, como es los altos precios, y no de los electrodomésticos, sino de los alimentos básicos medicinas y de su escasez, con el propósito de granjearse alguna confianza en la opinión pública. Como no se hizo nada de esto en ese lapso, tienen que detonar con fuerza, tal como lo establece el cuarto principio estratégico. Ese descontento sordo y vacío, sin articulación política en ese conglomerado y con específica incidencia en el chavismo popular, que podría ser expresado políticamente a favor de un delimitarse, de esos afectos pero por ausencia de acciones concretas en esa franja, perdieron un tiempo significativo con en intento de un foco insurreccional sin participación popular, lo que origina que el pueblo chavista que presenta una acuciante angustia  un  creciente descontento, y ha decidido con cautela  aproximarse especialmente al liderazgo expresado en Juan Guaidó en ese cerrar filas, tome de nuevo distancia. Evidentemente, convocado sectorialmente por la dirección político militar por la vía de la coerción y unificar a sus seguidores, quiénes sintiéndose amenazados por algunas declaraciones a diario, invitando a una intervención militar, con inusitado fanatismo (escondidos los mas detrás de la Internet, que suma mas angustias a los habitantes de las barriadas), abrumados con las que han sido sometidos por los que solo han combatido con arrojo por el acceso ávido a los dólares de CADIVI, SICAD I, SICAD II, y DICOM. Debería haber apelado a la declaración ofrecida por los altos mandos de las Fuerzas Armadas quienes han machacado cansinamente una perogrullada al advertir “que la única forma de tomar el poder es exclusiva, tal como quedó establecido en la Constitución, por vía del voto popular. Por si se pretende dar un zarpazo al jefe de Estado no tendrá el consentimiento de las fuerzas armadas”. Hay un ensueño en política que se resume en la afirmación de que “El porvenir es algo que se domina. No se le resiste al destino, se le forja”. Sin intentar trazados apodícticos, porque la vía engañosa de la conspiración o del golpe de estado o invasión, que algunos les parece más expedita pero que muestra riesgos enormes que la experiencia histórica explica con claridad. Desde el punto de vista de la mecánica democrática, la conspiración peca por creer anticipar sin conocer el aporte de las multitudes, yamadas a desempeñar un papel fundamental en la dirección y orientación política del país. (el 30 de abril observamos la debilidad de esa premisa. En Venezuela, desde 1948 la única oportunidad en que se logró derrotar a una dictadura fue el 30 de noviembre de 1942 por el voto popular. Ni siquiera con los tres intentos de golpes de estado que recibió un presidente (Carlos Andrés Pérez), electo por el voto popular, pudieron despojarlo de la silla, hubo que darle el estacazo artero sañudo, hilando una perversa torsión copernicana a lo jurídico (léase linchamiento), encabezados por los sectores conservadores en antihistórica alianza con los partidos inclusive en el que militaba siendo uno de sus lideres fundamentales, utilizando enmascaradamente para semejante despropósito a la Corte Suprema de Justicia. El ejercicio cívico de las vías democráticas, sea quizá más lenta pero inequívoca, está sujeta a menos contingencia. Es necesario no temer al tiempo. Eso solo lo hacen los impacientes y temerosos ante los riesgos de la vida. Pero además, la violencia conspirativa no es el camino de legítima rectificación. Se reproducen métodos de fuerza que disloca las dificultades antes que zanjarlas, advirtamos el caso de violencia en nuestra hermana Colombia. El hombre es un ser histórico. Necesariamente histórico. Su existencia está modelada no determinada, pero condicionada por el lugar  y la época en la cual le toca vivir. Tiene la responsabilidad de dar su aporte épocal, a sus contemporáneos y a las generaciones futuras. En el país, basculamos en la  tensión de un gobierno  “sin una política económica. (y es parte del avieso plan de control hegemónico)”, y una bulímica derecha sin una oferta social. Por eso, hoy es urgente darle abordaje con intención de transparencia y seriedad a una reflexión sobre los factores opositores, su rol y su cometido que forzosamente se impone, hay que superar la falta de consistencia ética y política de una sociedad minada en sus cuadros dirigentes por el hedonismo el individualismo egotista, y su discurso de jaculatoria, padecemos una neo-dictadura con precario ropaje democrático de inspiración totalitaria y largamente tolerada por importantes sectores de  la oposición. El principio de la acción en el campo de lo público es una libre decisión personal de carácter moral. Por eso el perfil no solo político sino ético del compromiso opositor; debe ser autentico y aportar eficacia frente al alegato antagonista, el cuál debe afincarse más en las libertades cívicas que en el asco al autocratismo y al populismo. El camino es superar los visibles defectos del presente, y no es la antipolítica lo que debe exigirse, sino una manera más humana se hacer política. Lo demás es y ha sido diletantismo, escapismo, cómodo individualismo que se autoabsuelve, por sus omisiones y condena, con notable ingravidez, cualquier acción ajena. ya que nos encontramos en medio de una tragedia en un proceso incivil de aniquilación de la institucionalidad Republicana y de la conciencia ciudadana. Hemos insistido con reiteración cansinamente, sobre las fragilidades de la oposición. Se ha desaprovechado mucho tiempo en los más variados círculos del primadonismo (léase especialmente la etapa de la infortunada MUD): la excepción a pesar de algunas perplejidades esta siendo remada por Juan Guaidó, pero no es suficiente,  falta en su acompañamiento liderazgo opositor sin dudas. Pero sobre todo falta calidad, talante intelectual, ético y político. La masa sin liderazgo de calidad, la ha erosionado siempre el poder fáctico emergente. La oposición necesita de referentes humanos, a pesar de los voluminosos, académicos, corporativos, curriculum de algunos de sus asesores, que más bien los relega a la categoría de engañabobos inconscientes; “que Nietzsche yamaba Bildungsphilisters o zafios doctos, ignorantes que se escudan en los títulos académicos pero que carecen de erudición verdadera por su falta de curiosidad  humildad y su estrechura de miras”. Así que ese día en la Base Aérea, frente al duro sol del mediodía, Juan Guaidó le dice al recién liberado Leopoldo conciente de sus frescas sus relecturas de El Quijote, hermano, como eres un hombre de letras déjeme leerte estos párrafos del “El ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la mancha”, Cito: Señor respondió Sancho, que el retirar no es huir, ni el esperar es cordura, cuando el peligro sobrepuja a la esperanza, y de sabios es guardarse hoy para mañana, y no aventurarse todo en un día. Y sepa que, aunque zafio y villano, todavía se me alcanza algo desto que yaman buen gobierno: así que no se arrepienta de haber tomado mi consejo, sino suba a Rocinante, si puede, o si no yo lo ayudaré, y sígame, que el caletre me dice que hemos menester ahora más los pies que las manos” (Cervantes, Ob. Cit., p. 304).

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