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Néstor Francia / Análisis de Entorno: Las cargas de la Constituyente (15-06-2017)

A mucha gente en la calle, que no es chavista, no les convence para nada la Constituyente (y a algunos chavistas tampoco). Eso lo sabemos de oídas y también por estudios confiables recientes, del pasado fin de semana, a los cuales tenemos acceso, y que hablan de más de 60% de venezolanos que no están de acuerdo con ese evento. Muchos de ellos piensan que la ANC no contribuirá a solucionar sus problemas, y unos cuantos creen que podría empeorarlos. Claro, la Constituyente está enfrentando problemas que acaso han podido preverse. La escalada terrorista no cesa, lo cual hace que se mantenga el clima de inestabilidad político-social, lo que ayer llamábamos “descontrol”. Sin embargo, no podía el chavismo esperar que la violencia acabara para lanzar esta iniciativa, que es conveniente ante el desierto de propuestas concretas para encarar este momento de dificultades y definiciones que vive el país ¿Qué será lo que pasa entonces?

Un tema es que los venezolanos de a pie tienen problemas demasiado acuciantes que siguen en el primer plano de sus preocupaciones, como que el kilo de carne ya anda rondando los 20.000 bolívares y el de café ya llegó a esa frontera en algunos lugares. La Constituyente y la violencia colman las páginas, las redes y las pantallas, pero el asunto número uno que se comenta en las calles sigue siendo la situación económica, un tanto silenciada por las dos noticias reinas.

Otra razón es que la Constituyente se le clavó al país sin vaselina, como se dice vulgarmente. En 1999, la Asamblea Constituyente era un programa que el recién estrenado presidente, Hugo Chávez, había presentado al país desde hacía meses, como parte fundamental de su oferta electoral. Su primer decreto presidencial fue la convocatoria de un referéndum para aprobar la realización del evento. La figura del referéndum no existía en la Constitución de 1961 ¿pero quién le podía decir que no al hombre que estaba en plena luna de miel con el pueblo, después de vencer mil dificultades y agravios para poder convertirse, con sólida ventaja electoral, en Presidente? La Constituyente de entonces nació con parto natural, la de ahora es fruto de una cesárea y hasta se podría habla de un parto prematuro. Aquella fue el resultado de un plan preconcebido y digerido, la de ahora es un verdadero plan de emergencia.

Otra cosa es que la Constituyente de 1999 encontró al chavismo unido, lo que no significa que no existieran tendencias (eso se hizo notar en la Asamblea y en la Constitución que resultó de ella). Ahora es otro cantar, ha habido ya varias disidencias e inconformidades expresadas por figuras conocidas del chavismo, sin contar las que andan por allí sotto voce, inclusive entre cuadros medios del Gobierno y del partido.

Y algo más: en 1999 la mayoría estaba contenta y esperanzada, ahora está molesta y desencantada. Todo esto es mucho hándicap para algo tan trascendental. Sin embargo, nosotros no solo estuvimos de acuerdo con la propuesta desde que la anunció el presidente Maduro, sino que además propusimos la idea antes, de palabra al menos dos meses antes y públicamente en un texto del 24 de abril. Todavía nos parece una muy buena posibilidad de reflotar al chavismo disminuido en el afecto popular. Pero no todo va como lo imaginamos.

La Constituyente ha nacido contaminada con algunos de los males del chavismo que han contribuido a llevarnos a la difícil situación de hoy. El principal es el excesivo sectarismo que la ha venido caracterizando. Todo el mundo sabe en Venezuela que la ANC es un evento del chavismo, pero también lo era en 1999.Entonces eso estuvo claro desde el principio, y la gente igual la apoyó abrumadoramente, por una razón clara: el país se había convertido mayoritariamente al chavismo, es decir estaba en boga y en crecimiento la adhesión popular a las ideas de Chávez. Esta vez nos habría convenido comunicar a la gente la idea de que la ANC es chavista de origen, tanto desde el punto de vista puntual como desde el histórico, pero que el chavismo la abría al país de manera sincera, convocando a todos por medio de una comunicación amplia, fresca, creativa, novedosa, auguradora por sí misma de profundos cambios, que es lo que está exigiendo la mayoría, y que nadie ofrece en este momento crucial, ni nosotros ni mucho menos la derecha. El PSUV y la MUD no hacen sino repetirse en el plano comunicacional, por eso la gente tiende a una despolarización en el plano de los afectos políticos.

Muy por el contrario, la ANC se presenta teñida de ese flagelo sectario que tanto daño ha venido haciendo a la Revolución. La etapa de pre postulaciones y de recolección de firmas es un buen ejemplo de ello, con los consabidos toldos del chavismo como principal elemento identificador callejero, abarrotados con la archiconocida simbología chavista, visual y auditiva, que ya forma parte de un paisaje que ya no emociona, no enamora más que a la militancia, hoy minoritaria en el país. Con los mismos voceros recorriendo los medios del Estado y presentándose en asambleas tan sectarias como los toldos, repitiendo el mismo discurso machacón y desgastado que todo el mundo dice que se debe cambiar pero que muchos asumen sin empacho cuando se ven ante un micrófono y una cámara.

Acaso ya no haya tiempo para cambiar el rumbo de la comunicación de la Constituyente, pero nosotros seguimos aquí, apoyándola, pues no hay otra, con la esperanza de que en el camino se enderecen las cargas, en su desenvolvimiento mismo. Y si no, que Dios nos agarre confesados.