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Vladimir Villegas: La MUD pierde su pata blanca

 

El retiro de Acción Democrática deja a la oposición en medio de un grave cuadro de dispersión que hace difícil su recomposición como alianza de factores que reclaman  un cambio de gobierno y de rumbo en el país. Este paso dado por los adecos mueve las aguas. Los días por venir indicarán hasta donde es acertada a o no la medida adoptada por la dirigencia del auto nombrado “partido del pueblo”.

La unidad opositora no ha dejado de mostrar sus grietas desde hace tiempo, y la decisión de dejar la Mesa de la Unidad Democrática (MUD),adoptada por el partido Acción Democrática, pone de manifiesto no solo la profundidad de esas grietas sino de la crisis que viven hoy las organizaciones que adversas al gobierno de Nicolás Maduro.

Algunas de estas, como Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia, casualmente las que permanecen en la MUD y en el llamado Grupo de los 4, que ahora pasa a ser de ellos tres, tienen sus propios rollos internos, por mucho que los nieguen o los disimulen.

Hay de todo en sus respectivos berenjenales internos. Pugnas por diferencias sobre tácticas y estrategias, como ocurrió y ocurre en Un Nuevo Tiempo, y que llevaron a la salida de Timoteo Zambrano y al castigo a Enrique Márquez; rebeliones de jóvenes líderes de Primero Justicia, como Miguel Pizarro, Juan Requesens y José Manuel Olivares, , como si fueran pocas las tensiones entre Julio Borges y Henrique Capriles. Y en Voluntad Popular, un partido diezmado por la represión, también hay su olla de grillos. La destitución de Luis Florido como presidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional es apenas una muestra del ambiente interno.

En Acción Democrática el peso del liderazgo de Henry Ramos Allup minimiza las diferencias internas, que obviamente existen. Él ejerce su jefatura política con mano de hierro y no hay a la vista una eventual contra figura. Hasta los gobernadores adecos , que incluso se juramentaron en la llamada Asamblea Nacional Constituyente, juegan cuadro cerrado con Ramos Allup, aunque en apariencia hayan desobedecido la orden de no ir donde la entonces presidenta de la ANC, Delcy Rodríguez a juramentarse.

Acción Democrática deja la MUD, quien sabe si temporalmente, porque su permanencia en esa coalición atenta contra la posibilidad de desarrollar su política sin estar sometidos a chantajes, vetos, marchas y contra marchas por parte de los dos partidos que de hecho marcan la pauta en la coalición. La no designación del secretario ejecutivo de la Mesa, por falta de consenso, es el argumento perfecto para salir en fuga, y escapar de ese sino fatal de indefiniciones que ha caracterizado a una Mesa a la que le quedan en realidad dos patas y le faltan sillas para que sus integrantes se sienten a  “poner orden en la pea”.

Si alguna oportunidad tiene AD de recuperar su perfil propio es en solitario, al menos temporalmente. De hecho es la organización opositora con mayor estructura  y presencia nacional. Por eso su salida de la MUD la coloca en la posibilidad real de ser el eje de una nueva estructura opositora de mayor amplitud, eficacia y solidez.

Todos los partidos opositores, los que son y los que no son de la Mesa, están aporreados luego de tantos errores, derrotas y fracasos. Y muchos, entre ellos AD, han acompañado políticas equivocadas, solo para no ser tildados de lo que hoy acusan a los blancos: Vendidos, cobardes, traidores, maduristas, chavistas de closet, enchufados y toda la ristra de descalificaciones que salen tanto de laboratorios  del chavismo como de la propia oposición, así como de los ya poco originales “guerreros del teclado“.

A la Mesa se le ha venido el techo encima. No han podido designar al secretario ejecutivo y por eso hicieron pasar a Ramón Guillermo Aveledo por un innecesario trago amargo, al aceptar el segundo veto de Voluntad Popular. El llamado Frente Amplio tiene el motor mojado y no ha podido arrancar. Ahora sale AD y deja como factores dominantes en la disminuida coalición a Primero Justicia y Voluntad Popular, cuyos  respectivos dirigentes máximos, por mucha hermandad que se profesen, tienen una ya añeja lucha por el liderazgo opositor. Por el camino que van, si no se realizan un descarnado auto examen y se ponen de acuerdo sobre cuál agenda proponerle a los venezolanos, la MUD terminará con más letras en sus siglas que integrantes.

El gobierno, por su parte, espera que la crisis opositora se profundice, para seguir ganando tiempo y corriendo arrugas en medio del gran desastre económico y social.

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