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Enrique Meléndez: Ali Baba y los 40 malandros

 

La verdad es que oyendo a los expertos en materia constitucional,  con motivo de lo que se dice en torno a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) convocada por Nicolás Maduro, uno no deja de asombrarse por la forma como se lleva a cabo un fraude constitucional en nuestras narices, y con toda la agresión del caso, y a menos que Nicolás Maduro salga de la presidencia por cualquier circunstancia, dicho fraude no lo detiene nadie; como decía Chávez en aquel lejano 1999; cuando entonces intentaba imponernos un proceso constituyente a la fuerza, y con la cual muchos no estábamos de acuerdo, y de hecho, ni nos movió aquel llamado; que hizo Chávez, para que acudiéramos a votar a la consulta, para la aprobación de dicho proceso, y en donde el pueblo de Venezuela participó en un mínimo porcentaje; pero lo suficiente, como para que se convocara a esa ANC.

Recuerdo que en aquella época Manuel Caballero escribió un artículo para El Universal, y en donde hacía ver que ese domingo, cuando había quedada fijada la fecha para la realización de la consulta, iba a ir hasta misa, y menos acudir a una urna de votación; mientras Chávez al día siguiente de la jornada, a propósito de aquella alta abstención, que había resultado de allí, alegaba que los datos históricos rebelaban que siempre una consulta de ese tipo no llamaba mucho la atención de los votantes, e, incluso, se permitía solicitar cifras al respecto, a manera de cotejo de situaciones, y entonces El Nacional le estampaba en su mancheta que, en efecto, el pueblo alemán en su momento le había aprobado el proceso constituyente a Hitler, que él solicitaba, con más del 90%.

La verdad es que uno estaba indispuesto con esa constituyente chavista, en virtud de que uno observaba que esa idea, provenía de cierta izquierda extremista; que pretendía darle un vuelco al país; en un instante en que se desfasaba el histórico Pacto de Puntofijo; que había culminado en una partidocracia muy codiciosa y rastacuero, y a partir de ese vuelco conducir al país hacia un comunismo; enarbolando la bandera de la lucha contra la corrupción; es decir, sanear desde el punto de vista moral a este Estado; lo cual vino a ser la hipocresía más grande de esta gente que nos gobierna; dadas las denuncias que llueven al respecto, a partir de la situación económica de cada uno de ellos.

Lo otro que indisponía a uno era que hasta entonces se habían hecho 27 constituyentes a lo largo de nuestra historia republicana, y todas habían concluido en lo mismo; en convertirse, como reza el lugar común, en traje ajustado a la medida del presidente de turno, y que se comenzó a poner en práctica; cuando José Tadeo Monagas dijo que en este país la Constitución daba para todo. De modo que uno terminaba diciendo, que este proceso constituyente, no conducía sino al diseño de una Constitución chavista.

Porque, sin duda que estábamos frente a un hombre con muchas ambiciones de poder; unidas a unos delirios de grandeza; que era lo que mucha gente lo calificaba de narcisismo; su buena dosis de narcisismo arrastraba “el indio”, como le decía los sifrinos, y su impronta comenzó con el propio nombre de República Bolivariana; sin tener una idea de lo que fue la figura del Libertador; que, de hecho, cuando en Bolivia se constituyó la República, su dirigencia política sugirió nombrarla Bolívar, y lo que no aceptó el Libertador; para transarse más bien por el de Bolivia. Eso lo sabía Chávez o lo hubiera entendido; sólo que su movimiento tenía mucho de logia, y como tal profesaba el culto a Bolívar; de modo que caímos en manos de la conciencia más retrógrada de nuestra sociedad con todos nuestros vicios e insolencias. Obsérvese que esa ANC de Chávez se componía de un 90% de afines a su proyecto político, y el otro 10% de la oposición, y habiendo obtenido su partido el 54% de votación, algo así, y la oposición el 46%. Ya de por sí se trataba de una ANC que no era lo más representativo del país, e incluso su propia composición; donde aparecía una María Isabel entonces de Chávez, junto a figuras más bien ligadas al folclor nacional, hablaba más bien de una ANC de hojalata.

Pero si en aquel momento, Chávez pretendía darle una orientación personalista a la República, a propósito de sus delirios de grandeza; esta gente lo que pretende con esta ANC de ahora es acentuar el modelo comunista, con ciertos rasgos de populismo, como el de incluir las misiones sociales en el texto constitucional, por una parte, y por la otra, abrirle la puerta a Alí Baba y los 40 malandros; pues lo que se busca de ahora en adelante es eliminar todo obstáculo legal, que impida el remate del país; léase, Asamblea Nacional; que tiene como función la de legislar, pero también fiscalizar y controlar el gasto público, y de aquí el que se diga que esta ANC además de acentuar las ansias de poder de Maduro; también se va a arrogar un gran poder deslegitimador; que significa caos total de nuestra institucionalidad. En la mira de esta gente hay negocios como el del Arco Minero, venta de Citgo y otros activos del Estado; cuyo remate está congelado por el momento; hasta tanto no se ponga esa ANC, cuya mayoría ya ha sido escogida por el gobierno, a propósito de lo que fue el diseño de las bases comiciales. Incluso, ellos mismos lo han dicho: a nosotros no nos interesa tanto una revisión de nuestra Constitución; como sí el de quitarle autoridad a fulano y a perencejo, a Julio Borges y a Luisa Ortega.

Lo cual es una agresión al pueblo venezolano; primero, porque el 5 de diciembre de 2015 se pronunció a favor de una AN; donde se impuso la oposición, y su sustitución por una ANC fraudulenta, viene a ser un desconocimiento absoluto de la voluntad popular; segundo, se convoca sin consultarle al respecto; siendo este un derecho adquirido, desde que Chávez lo estableció, a propósito de aquella famosa consulta.

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