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Jesús Alexis González: “Yuan-BO” una bravuconada frente al aislamiento.

Una moneda de reserva, es aquella universalmente aceptada por los Gobiernos, Bancos Centrales y Organismos Multilaterales (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional) en pro de mantenerlas como parte importante de las reservas internacionales, al tiempo de cumplir con las funciones de (1) Medio de intercambio, (2) Alternativa de inversión, (3) Unidad de cuenta, y (4) Mercado de renta fija; siendo al propio tiempo la más utilizada para fijar precios a los productos transados internacionalmente (petróleo y otros minerales, oro, materias primas, alimentos y más) y de servicios (transporte internacional y costos financieros), cumpliendo con facilitar las operaciones de comercio internacional.

A partir de Julio 1944, en la Conferencia de Bretton Woods, EEUU, se estableció el dólar estadounidense como la principal moneda de reserva haciendo referencia al oro para fijar su precio, lo cual se eliminó en 1973 luego de derrumbarse dicho sistema sin afectar la posición del US$, al tiempo que las principales monedas pasaron a un régimen de cambio flotante. El US$, mantuvo su posición habida cuenta de las bondades y ventajas que confiere una sólida moneda de reserva a la seguridad y continuidad del comercio internacional al igual que propicia la liquidez mundial. La intención de reemplazar el US$ como moneda de reserva (más por razones políticas que económicas-financieras) ha estado siempre latente (el euro y el yuan lo han intentado con logros muy parciales); y de igual modo se han perfilado estrategias  en ese sentido como por ejemplo que los países petroleros cambien el precio y su moneda de transacción a otra moneda (a fin de cuentas es su producto y están en su derecho); e igualmente China, que cuenta con la gran mayoría de los Bonos del Tesoro estadounidenses, intente de manera unilateral variar la composición de monedas incluidas en sus reservas internacionales con una simple operación de venta de sus US$, lo cual obviamente induciría una devaluación de dicha moneda y por ende de las reservas estadounidenses.

Resulta pertinente recordar, que a partir del 1 de Octubre 2016 el FMI incorporó el Renmimbi chino (RMB) popularmente conocido como yuan a la cesta de monedas que componen los Derechos Especiales de Giro (DEG) cuyas funciones son: activo oficial de reserva, moneda de uso financiero y medida de valor, y pueden ser intercambiados por monedas de libre uso para proporcionar liquidez al sistema económico mundial siendo que a partir de ese  momento se considera al yuan como una moneda ampliamente utilizada y activamente negociada conforme a la definición de moneda de libre uso contenida en el Convenio Constitutivo del FMI;   para sumarse al US$, al Euro (reemplazó en 1999 al Marco alemán y al Franco francés), al Yen japonés, y a la Libra Esterlina británica en el entendido que el DEG es un activo de reserva complementario creado en 1969 a efectos de complementar las reservas oficiales de los países miembros. El US$ se utiliza en el 40% de los pagos a nivel mundial, el Euro en un 30%, y el Yuan en un 1,78%.  

Durante este Septiembre 2017, el gobierno venezolano (¿?) asomó la pretensión de no seguir haciendo uso del US$ en sus operaciones comerciales a nivel internacional en favor del  Yuan, al igual que reorientar las subastas de divisas complementarias (DICOM) hacia esa misma moneda lo cual, sin duda alguna, impulsará la tendencia alcista en el precio del US$ en el mercado doméstico hacia niveles desorbitantes con evidente impacto hiperinflacionario. Tal pretensión, aunque totalmente legitima, no deja de ser a nuestro parecer una cínica bravuconada (simulación de valor, fanfarronada) gubernamental que pudiere generar males adicionales en un país como Venezuela que se encuentra aislado de potenciales fuentes de financiamiento externo en momentos de aguda crisis; aunado a que EEUU es el principal comprador de nuestro petróleo y por tanto el más seguro y casi único “suministrador” de divisas, las cuales tendrían que ser convertidas en yuanes sin la existencia de una cotización que emane de un promedio de muchas transacciones (prácticamente no efectuamos), ni por equivalencia de otras monedas con relación al yuan ya que muy pocos países utilizan la moneda china en sus operaciones internacionales. Es claro, que Venezuela está en el derecho de exigir a cualquier país el pago en yuanes (que con seguridad no tienen) por el petróleo que les exporta, siendo una situación que puede revertirse en: (A) Una contracción en la ya disminuida demanda mundial de nuestro crudo; (B) Una dependencia hacia China, ya que los pocos yuanes que recibirá el país solo podrán ser utilizados para efectuar operaciones comerciales con ese país (¿imperio chino?); y (C) Un brusco descenso de las ya disminuidas reservas internacionales venezolanas. Complementariamente, merece la pena acotar algunos aspectos del acontecer chino como que teniendo una línea de swap que asciende a unos US$ 430.000 millones casi nunca se utiliza, que la posesión extranjera de Acciones chinas es de un 0,8% y la de Bonos de un 2%, que la tenencia de yuanes en los Bancos  Centrales del mundo como divisa es de 1% (el US$ es de 64%), que Australia su mayor socio comercial apenas factura en yuan el 0,5% de sus exportaciones, que los extranjeros prácticamente no compran Bonos Corporativos chinos, y que en Hong Kong apenas un 5% de los depósitos bancarios están en yuan y más de un 38% en US$.

Es de recordar, que nuestras reservas internacionales tienen su origen en las exportaciones del sector público (fundamentalmente petróleo), y en las inversiones extranjeras y los préstamos provenientes del exterior (inexistentes en ambos casos); mientras que su destino se vincula con las importaciones de bienes y servicios, pago de deuda externa (pública y privada), y con los gastos de viajeros y turismo (al ritmo que vamos se ausentarán las líneas aéreas); y su composición se estructura con oro (más del 76% del total sin saber dónde se encuentran las barras), con Derechos Especiales de Giro por un remanente de un 6% del total ( ya que el país no presenta información ante el FMI), con efectivo un 14% aproximadamente, y con otros activos como depósitos a la vista y a plazos en bancos extranjeros (del Estado no de los corruptos y otros) por un 3,8% aproximado. Vale citar, que el manejo eficiente de las reservas en función a procurar un adecuado desenvolvimiento económico, ha de responder a tres criterios (1) Seguridad (activos de calidad), (2) Liquidez (activos que se puedan negociar fácilmente) y (3) Rentabilidad (activos que provean un rendimiento adecuado); criterios estos que han venido siendo altamente desatendidos y que ahora pretenden eliminarlos en su totalidad.

Reflexión Final: Muy simple, ¡¡Vamos de mal a peor!!

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