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Elides J. Rojas L.: La mamá de las crisis

Los venezolanos se hacen grandes a la hora de construir debacles. No hay medias tintas. La Guerra de Independencia, por muchos factores, es una de las gestas con carácter sobrehumano que el país logró terminar con sobrado éxito y más allá de las fronteras. Casi que de ahí para acá la cosa ha sido de serio empeño e inquebrantable tesón para demoler.

Las guerras civiles. Mire usted. Muertes, militarismo, montoneras, retraso, destrucción de la economía. Agricultura devastada y miles de familias sin hombres. Un país sin población y sin crecimiento y, como debe ser, extremadamente pobre y campuruso. Más adelante, sin dejar el militarismo, las dictaduras más feroces y desalmadas como la del general Juan Vicente Gómez con taquitos de endeble democracia atravesados para aterrizar en otra dictadura productiva, pero represora y perseguidora como la del general Pérez Jiménez. Aparecen algunas excepciones en la cronología negra: grandes obras de infraestructura, 40 años de una democracia en consolidación, excelencia en la industria del petróleo. Hasta ahí. Ahora es cuando viene lo bueno.

Solo por citar un episodio antes de la era Chávez recordaremos la crisis financiera de 1994. Ya los militares habían pasado por las intentonas de golpe de Estado y, a pesar de esas sangrientas experiencias del chavismo en estreno público, el país siguió creciendo hasta el cambio de gobierno y la caída del Banco Latino, líder de la banca nacional al momento de comenzar las cascada de cierres e intervenciones. Para finales de ese mismo año Venezuela estaba sufriendo la crisis financiera más costosa de la región sin hacer mucho esfuerzo. Bastaba anunciar que una institución estaba mal e intervenirla a puertas cerradas para que a la semana cayera otro banco. Hermosa gestión. Se les demostró a los argentinos que la crisis financiera del Sur fue una partida de dominó al lado de la emergencia criolla.

En la era chavista, casi 19 años, más que episodios hay que revisar el resultado a hoy. Es decir, el mes de noviembre de 2017. El año que viene veremos. Será peor, sin lugar a dudas, porque el chavismo perfeccionó la palabra crisis. Le dio una dimensión extraterrestre, de terror. Y, con desparpajo mayor, viendo como el país se derrite no hace absolutamente nada. Sigue en la cháchara, el baile, las cadenas estúpidas, los programas de televisión insultantes, los cumpleaños dolarizados, la viajadera y el populismo grosero. No hay más nada”.

En estos tiempos de gloria socialista a lo chavista no se salva nada ni nadie. Todo está pintado de crisis, de quiebra, de machorreo, de tercermundismo, de pava, de miseria. Todo es oportunismo, robadera, viveza, asaltos, muertes y miseria extrema. Miseria en todos los sentidos. Mire lo que a usted se le ocurra y encontrará el fracaso como cúspide de estos tiempos. Veamos, pero ajústese el cinturón.

Pdvsa: quebrada e improductiva. El Banco Central: un payaso del Ejecutivo y administrador de la mayor imprenta de billetes del mundo. La educación: sin profesores calificados, con alta deserción y aprobando alumnos a juro. El comercio: ahogado y en tránsito seguro a la bancarrota. La industria: cerrando plantas casi a diario. El abastecimiento: usted lo vive en las colas, en su casa. El trabajo: sobreviviendo, boqueando y con salarios que no pueden competir con la inflación. Los precios: en modo cohete intergaláctico desde hace rato. Gasolina: también en fórmula cola y poquita. Automotor: sin producción. Repuestos: sin existencia. Transporte público: sin unidades suficientes y en vías a la paralización. La seguridad ciudadana: mejor quédese encerrado. Sector salud: sin medicinas, sin insumos, sin camas, en eterna agonía. Calles y avenidas: más hueco que asfalto. Obras de infraestructura nuevas: ninguna, favor preguntar a Odebrecht y los guisos chavistas. Policías y agentes de seguridad: más peligrosos que los delincuentes. Militares: en otra cosa, bien lejos del fin último de la Fuerza Armada en cualquier parte del mundo. Billetes: no hay. Internet: la banda ancha más podrida de todo el mundo. La economía: absolutamente quebrada. Deuda externa: en default selectivo y en camino a empeorar. Futuro: muy oscuro, tipo Corpoelec. Jóvenes: huyendo despavoridos. Servicios públicos: de muy mala calidad y poco confiables. Posibilidad de cambio inmediato: ninguna.

Crisis. La situación que perfeccionó el chavismo.

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