El ogro filantrópico es el título del reconocido ensayo en el Octavio Paz señala como el estatismo, el autoritarismo y el populismo han predominado en países de América Latina como pesado lastre que ha frenado los procesos de modernización de sus sistemas políticos y el desarrollo de esos pueblos. Para Paz el centralismo y el patrimonialismo estatal -herencia del régimen patrimonial español- han estado asociados al populismo y propiciado los vicios del amiguísimo, el tráfico de influencias y el cáncer de la corrupción, componentes igualmente de los regímenes autoritarios y del capitalismo de Estado, en los que el gobierno controla los demás poderes públicos, bajo un estilo dictatorial para imponer hegemónicamente lo que a su criterio es bueno para los gobernados y para la sociedad
Es oportuno resaltar igualmente la referencia que hace este Premio Nobel mexicano sobre lo que él denomina “la plaga del militarismo”, al analizar el proceso histórico de institucionalización de su país cuando menciona que, debido a la ausencia de un poder central moderador y la falta de tradiciones democráticas surgió en México ese fenómeno castrense para dirimir, por la fuerza, las diferencias entre las distintas facciones.
“La espada fue así la respuesta a la debilidad del Estado frente al poder de las facciones”, dice Paz. Esa sentencia del escritor azteca se ha validado históricamente en otros países de la región, entre otras, con las dictaduras populistas de Velazco Alvarado en Perú (1968-1975), Hugo Banzer en Bolivia (1971-1978), Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-1989), Omar Torrijos (1969-1981) y Manuel Noriega (1983-1989) en Panamá y los gobiernos de Perón en Argentina (1946-52, 1952-55 y 1973-76). Como ogros filantrópicos todos estos regímenes autoritarios propiciaron políticas nacional-populistas causantes de una debacle económica y política que constituyó el germen de sucesivas dictaduras militares con nefastas consecuencias.
En épocas recientes han surgido en América Latina regímenes populistas, con las características de las corrientes autoritarias de épocas anteriores, aunque en algunos casos la plaga del militarismo luce solapada como sostén fundamental de gobiernos de apariencia civil y democrática pero aferrados al continuismo manipulando el sistema electoral, y empeñados en revivir modelos fracasados del pasado. Frente a esas deplorables realidades y para rescatar la democracia, se requiere superar la notable crisis de liderazgo político frecuente en la región y promover cambios profundos que contribuyan a acabar con el caudillismo y el militarismo, con una moderna visión del desarrollo y de la forma de hacer política y de gerenciar el gobierno.