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José Antonio Gil Yepes: Regionales: ¿Ir o no ir?

En la Unidad Democrática ya está planteada la discusión sobre si participar o no en las elecciones regionales. Entre los argumentos a favor se destacan que son constitucionales; que están vencidas; y que están ganadas. Entre los argumentos en contra están que no hay que hacerle el juego al gobierno, el cual estaría buscando distraer la atención del grave problema en que está metido; que el gobierno debe convocar las elecciones generales a las que se comprometió a cambio del revocatorio; y que no se debe asistir porque el árbitro está vendido.

Este encuadre psicológico del tema puede considerarse principista si se compara con otro encuadre más bien negociador. Según este último, no se trata de discutir si se debe o no participar, sino bajo qué condiciones puede la Unidad Democrática participar para cobrar entre un 70 a 80% de los cargos en juego.

Claro que bajo el enfoque negociador hay graves riesgos: hay que sospechar de que el gobierno vuelva a amañar las bases comiciales porque, en condiciones ecuánimes, sabe que pierde cualquier elección; que el CNE ha actuado a favor del oficialismo; y, por fin, que perdidas las regionales, la ANC puede quitarles funciones y presupuestos a las gobernaciones y alcaldías. Hasta aquí la Unidad Democrática llevaría las de perder y no debería participar. Pero, ¿cómo explicarles a ese 75% de los venezolanos que se evadió una elección mandatoria y que no se aprovechó la oportunidad de ganar con un 75%? Para evitar este autogol, la Unidad Democrática necesita tomar una posición negociadora sobre cuáles serían las condiciones que la coalición gobierno-CNE tienen que asegurarle para participar. Esas condiciones hay que divulgarlas, al igual que la danza de argumentos durante las negociaciones. Si este proceso conduce a unas reglas aceptables, bien, y si no, también, porque se pondría en evidencia ante los venezolanos y el mundo un talante no democrático del oficialismo. Bajo el enfoque negociador, no principista, la oposición cobra seguro. Bajo el enfoque principista, iría camino a meter la pata y a salir dividida.

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